Hablábamos en estas páginas a estas alturas del año pasado de un joven malagueño que había sido contratado por los ojeadores de talentos del Sònar, el sancta sanctorum de la electrónica mundial que cada temporada dicta sentencia en Barcelona. Sandro Jeeawock sigue subiendo peldaños y ahora, tras un disco que llamó mucho la atención de medios y aficionados, Golden boy, está a punto de lanzar su nuevo epé (sin duda, el formato de moda en estos tiempos rápidos en los que cuenta concentrarse), Lucky Luciano.

«Es como un nuevo comienzo, una nueva manera de hacer las cosas, una declaración de intenciones. Si conoces la figura de Lucky Luciano sabrás por donde tiro [el padre del Crimen organizado estadounidense y el primer jefe oficial de la moderna familia criminal Genovese]», apunta el productor. Y sigue: «También después de un año sin sacar nada me era necesario; cada canción expresa momentos y sentimientos que he tenido durante el año, porque aunque parezca que los productores no decimos nada y hacemos beats sin ton ni son también tenemos corazón y nos gusta expresarnos [risas]», asegura este marbellí de 27 años de padre indio.

¿Que a qué suena lo suyo? Difícil definir a un tipo capaz de producir a Elphomega y de remezclar de forma exquisita a Ketama; en todo caso, se trata de una perspicaz y descarada mezcla de hip hop, trap, R&B, tropicalismo y, sí, algo de flamenco (poco puro, claro), todo con un diseño de sonido muy texturado (fruto de horas y horas de trabajo de estudio doméstico)... «Hago la música según como esté mi ánimo; nunca podría estar todos los días de mi vida haciendo el mismo estilo o levantarme por la mañana y decidir qué tema voy a copiar hoy porque no tengo ideas. Cuantas más influencias recibas más inspiración y cosas nuevas vas a aportar a tu arte. Por eso hago un poco lo que me da la gana y ya dejo a los demás que inventen géneros y etiquetas», apunta.

Vayamos hacia atrás, muy atrás, a su primer recuerdo musical. «Sería con 6 ó 7 años, cuando tuve un obsesión fuerte por Grease; aún no he logrado entender qué me atraía tanto pero llegué a un punto de tener que ver aunque fuese mi escena favorita antes de ir al colegio, los chavales viendo Oliver y Benji y yo to pillao con Danny Zuko. Después ya se pasó todo pero gracias a eso seguí viendo musicales rollo Jesucristo Superstar o Hair». Luego llegaron otras cosas... «Mi padre, que nació en la India pero se crió en Europa y es de familia cristiana, me ha influido bastante en muchas cosas: siempre habla de política o historia internacional y desde pequeño eso te hace a estar abierto a más cosas, a ver las cosas sin prejuicios... Y luego está también que trajo la tarjeta pirata del Canal Plus y ahí descubrí MTV Base [risas], que sin eso no sé qué sería de mí ahora mismo», recuerda. De ahí, a descubrir a The Neptunes, equipo de producción formado por Pharrell Williams y Chad Hugo, y el ubicuo Kanye West [por cierto, uno de los temas de Lucky Luciano se titula Me creo Kanye West], sus ídolos confesos, productores estrella, con una marca registrada. Empezó la tarea callada y solitaria del estudio doméstico, de la creación milimétrica de los beats, de los fondos... Y sin ver un duro, claro. «Realmente desde el año pasado, cuando Sònar y Golden Boy, empecé a pensar qué podría plantearme vivir de esto. Anteriormente de los beats no he visto ni un duro . Sí es verdad que el remix de Consentía, de Dellafuente, fue la primera motivación extra pero en esa época no creo ni que Dellafuente pensaba en vivir de esto [risas] Luego gracias a Sintigo [su colaboración con Pimp Flaco, con casi millón y medio de visualizaciones en YouTube] ya entré en otros círculos y me ha permitido mucho moverme en Barcelona. Pero cuando pienso en vivir de esto sé que haciendo solo haciendo beats esta muy difícil y viviendo en Marbella, más todavía. Run boy run».

Lleva cerca de un año sin publicar demasiado, quizás algo decepcionado con el estado del negocio. «Con Golden Boy fue de lujo, pero habría ido mucho mejor si no hubiera tenido problemas con el sello en el que estuve, que solo están para ralentizar las cosas y aprovecharse de los artistas, pero aun así no me puedo quejar», resume. Y ha sacado una conclusión muy clara: «A veces no me doy cuenta pero echo la vista atrás y la verdad es que si han cambiado bastante las cosas. La portada de Golden Boy contaba ya un poco lo que me esperaba: un tío que va buscando oro y que buscando un poco se lo encuentra de golpe y mientras cae no sabe que ocurrirá con el ni cómo le afectará en su interior . Pues aún sigo en la caída un poco, gracias a lo bueno y a lo malo de este disco ahora he aprendido a manejar yo todas mis cosas, a no dejar que nadie intente aprovecharse e intentar ser cada día mas profesional sin esperar nada de nadie». Lucky Luciano se ha beneficiado de todo esto y también del caldo de cultivo, de esa aceptación masiva de la que ya goza el trap. Él lo define como «el nuevo pop»: «El publico estaba ya harto de la generación anterior en la música urbana y del EDM: aparte de estar faltos de originalidad, sus artistas tampoco representaban a sus oyentes. Entonces cuando llegó toda esta oleada de nuevos artistas haciendo bien las cosas, hablando de problemas reales, con capacidad de interactuar con sus fans, haciendo música de todo tipo dentro de lo urbano... La formula no podía fallar. Claro que ya es el nuevo pop: en la calle los chavales si no hablan de fútbol hablan de los traperos».

Por cierto, Mr. Jeeawock, ¿se cree usted Kanye West? «Últimamente un poco, pero al que se hartó de hacer beats para los demás y empezó a hacer su música, o al que pilló el Autotune en 808 & Heartbreak, o al que sacó Runaway, al que está serio pero ríe por dentro, al que roza la locura... Kanye se cree Steve Jobs, Ralph Lauren o Walt Disney y yo simplemente me creo él».