Hace pocos años, había que ser un melómano de pro para conocer el nombre del pianista británico James Rhodes. Pero la publicación de su libro Instrumental (Blackie Books), en el que narra cómo la música le salvó del abismo de la depresión y los intentos de suicidios provocados por los abusos sexuales sufridos en su adolescencia, le convirtió en una figura pública, un personaje querido, respetado y admirado. Anoche, Rhodes abrió las sesiones del Marenostrum Castle Park de Fuengirola, un interesante y heterogéneo festival que traerá al Castillo Sohail a figuras como Ricky Martin, Bad Bunny, Alejandro Fernández y José Mercé en versión sinfónica, entre otros.

«Odio que la música clásica se limite a cierto tipo de público», suele comentar James Rhodes en sus entrevistas. Y sus recitales, basados en la fórmula piano and words (piano y palabras), son el resultado de esa aversión. Porque el músico ha acuñado un tipo de recital en el que además de tocar y contextualizar las obras que interpreta, cuenta sobre el escenario, entre piezas de Bach, Chopin (anoche tocó su camiseta) o Rachmaninov, la historia de su vida hilada con las biografías de los compositores y cómo la música le ha ayudado a superar los numerosos obstáculos que se ha ido encontrando por el camino. Y anoche, en Fuengirola, demostró que la fórmula es de lo más eficaz, y que, ahora mismo, nadie hace más y mejor que Rhodes por la divulgación de la música clásica.

Carisma

Influyó también en el éxito del recital el carisma de Rhodes, que es también una personalidad muy seguida en las redes sociales desde que se instaló en nuestro país y, especialmente, desde que publicó un artículo elogioso sobre su país de adopción en El País. Su particular uso de expresiones españolas (ha puesto de moda el empleo de chimpún para terminar frases) y sus análisis de lo que le (nos) rodea («acaba [sic] de llegar a Málaga. Creo que soy el único guiri sobrio aquí...», tuiteó antes de ayer, nada más aterrizar en la Costa del Sol) son sus fuertes. Anoche, eso sí, estuvo más serio que de costumbre, ya que Rhodes se centró en la difusión musical, tomando como eje su último libro, Fugas. O la ansiedad de sentirse vivo (Blackie Books), el leit motiv de su actual gira. Los asistentes al recital de anoche pudieron ver y oír al personaje de sus libros: un hombre aparentemente en perpetua deriva emocional y existencial pero que siempre encuentra en la música el motivo para seguir adelante.