Murió hace 25 años y sigue siendo uno de los muchísimos nombres subterráneos de la historia malagueña. Hoy, 14 de julio, se cumple un cuarto de siglo del fallecimiento del fotógrafo Adolfo Fernández Casamayor (1905-1993), testigo clave del siglo XX de nuestra capital y provincia.

Hijo de un registrador de la propiedad, Fernández Casamayor se interesó desde muy joven por la fotografía. Aunque su profesión fue otra bien distinta (llegó a ser jefe de división de la Red de Ferrocarriles), siempre dedicó sus ratos libres a pasearse por la capital y provincia, testimoniando con su cámara de cajón grandes acontecimientos históricos y pequeños hechos de la cotidianidad. Como refleja Jesús Hurtado Navarrete en su artículo El fotógrafo minutero (una de las escasas referencias bibliográficas disponibles en torno al veleño) en Torre del Mar fue el encargado de retratar junto a una jábega, al poeta Luis Cernuda, así también en Málaga entra en el entorno del pintor Pablo Ruiz Picasso o cubre reportajes de militares como Primo de Rivera en su visita de 1925 a la capital o en más de una ocasión a los marqueses de Larios; también son célebres sus fotos del flamenco Juan Breva y del torero Manuel Bienvenida. Fue un gran amigo de Juan Temboury Álvarez, junto al que viajó por media Málaga (algunas de las obras fotográficas del indispensable Archivo Temboury son obras de Fernández Casamayor). También contribuyó decisivamente a la creación del actual Archivo Fogográfico Municipal del Ayuntamiento de Málaga.

Murió en El Palo, a los 88 años, dejando a la familia un stock de más de cien mil negativos que son, a su manera, una historia oficiosa de nuestra provincia; y el producto de un buen puñado de décadas dedicadas a una pasión, la de captar un rostro, un gesto, una mirada, un momento, un acontecimiento.