Exactamente 2.579 son los días que lleva el novillero malagueño Manuel Rodríguez sin vestir un traje de luces. No ha perdido la cuenta y responde sin titubear. Han sido demasiados días «algunos malos, otros peores, y solo algunos regulares». Hoy, por fin, llegará la ansiada oportunidad que se resiste desde hace seis años y un día, haciendo el paseíllo en la prestigiosa Feria del Arroz de la localidad murciana de Calasparra.

Lo suyo ha sido una condena desde su última actuación de luces en la plaza de Castellar, que incluso estuvo precedida de una huelga de hambre que obligó a su inclusión en la Feria de Málaga de 2011. «Después de eso todas las puertas se me han cerrado hasta que por fin ahora el empresario Pedro Pérez Chicote ha confiado en mí e incluso ha dicho públicamente que soy su apuesta personal para la Feria de Calasparra», indica agradecido.

Esta tarde, cuando suenen los clarines a las 18;30 horas, recogerá su premio a la perseverancia. «Confío en que el destino me tenga algo bueno preparado, y si tenía que ser así habrá valido la pena la espera», señala el joven de 30 años, que estará arropado por numerosos aficionados que en todo este tiempo lo han conocido por su participación en capeas y tapias de cualquier ganadería en la que haya un tentadero. Porque que no se haya puesto el vestido de torear no significa que no haya vivido en torero y para el toreo todo este tiempo. «Uno puede ser torero sin ponerse un traje de torero, el hábito no hace al monje», sentencia.

Contra el sistema

Rebelde contra el sistema, asegura haber resistido a donde «otros no han podido aguantar y algunos incluso se han tenido que quitar la vida porque esto es una condena muy grande que solo conoce el que lo pasa». «Un torero que no torea es realmente un fracasado ante la vida y ante la sociedad, no eres absolutamente nada, eres un frustrado», apunta con dureza. «Yo me he sentido así, pero mi suerte ha sido que en vez de refugiarme en el alcohol o las drogas, o incluso haber tenido la valentía de quitarme la vida, me dio por irme a torear a las capeas y conocer por todos esos pueblos a mucha gente que ahora me sigue».

Ante su tarde esperada, es sincero al reconocer que la afronta «con muchísimo miedo, mucha incertidumbre, lo estoy pasando fatal, no como, no duermo, no sueño...». Es la responsabilidad de saber que se juega todo su proyecto de vida a una carta. «He llegado a preguntarme si después de tanto tiempo esto es lo que estaba buscando, e incluso he tenido el teléfono tres veces en la mano para llamar a Chicote y que me quitara del cartel». Pero sigue adelante, «este tiempo de atrás ha sido muy duro, y la gente me ha demostrado un cariño terrible, va a verme gente de todos lados, y eso lo que hace es que me vea obligado a dar la cara por ellos».

Su único miedo, más allá de la novillada de Valdellán que espera en los chiqueros o ese lógico miedo al fracaso, es defraudar a todos aquellos que le siguen y le han mostrado su apoyo de forma masiva en redes sociales, revelándose incluso contra la empresa de Madrid por negarse a incluirle en la novillada de Saltillo, la más terrible de la temporada, para la que hasta el ganadero sugirió su nombre. «Se piensan que yo soy Robin Hood, pero yo no soy ejemplo de nada y no se me puede poner la losa de que tenga que ser el salvador de los proscritos, de los que tengan que pedir una oportunidad, de los desvalidos, de los capeantes, de los pobres... Yo no puedo cambiar el sistema», manifiesta emocionado.

«Sólo queda una bala en el revolver, y o pego un tiro o me lo pegan a mi», metaforiza sobre la novillada de esta tarde «en la que van a pasar cosas, para bien o para mal». «Confío en que todo sea para bueno, y si la cosa si sale bien mi carrera va a dar un giro importante, porque lo que tengo claro es que si me vuelvo a vestir de luces después me van a tener que pagar todo el sufrimiento y cada lágrima que he echado, y si no me encontrareis en una calle por ahí perdido».

«Ésta es mi verdad, y creo que no me merezco todo lo que me han hecho pasar», se despide dolido e ilusionado. La historia de este romántico del torero de pleno siglo XXI puede dar un giro esta misma tarde. Suerte, torero.