Manolo García es un genero en sí mismo, como también lo eran Los Burros y El Último de la Fila, las bandas que compartió con Quimi Portet y con las que alcanzó una fama ditirámbica en el panorama del rock en castellano. En solitario lleva ya 8 discos, el último de ellos titulado Geometría del rayo. El día 22 lo presenta en el Auditorio Municipal

Últimamente no para de girar y sacar discos. ¿Qué ha pasado con el tranquilo Manolo García?

Un poco es porque las circunstancias me obligan. Con esto de las redes todo el mundo mete cosas tuyas, y la mayoría son terribles. Los autores intentan que se publiquen sus cosas decentemente, pero esa pretensión las plataformas digitales, Spotify y Youtube, la han barrido, y sin pedirte permiso.

En Spotify no hay discos de El Último pero sí están los suyos en solitario. ¿Por qué?

De El Último no hemos dado permiso, y yo he dado de los míos a regañadientes. Es una situación injusta. Ya no sólo hablaríamos de dinero, sino de la indignidad de hacer lo que les da la gana. Yo no permitiría que hubiera anuncios en una canción mía. En Inglaterra hay músicos que se han plantado y echo de menos que se haga así algo aquí, y que la SGAE nos capitanee.

¿No teme que el público joven no llegue a su música por negarse a usar estas plataformas?

Cualquier profesional quiere que respeten su trabajo. Si no se difunde mi música, mala suerte. Soy un antiguo. No me parecería mal que fuera un retroceso para mi situación. Todo sube y todo baja, es la ley natural de las cosas. No pretendo estar arriba siempre. Pero antes de dejar que nos tomen el pelo y se rían de mí, tengo derecho al pataleo y a dar coces.

¿Lo de usar palabras en sus canciones como plañido o renuentes o vencejos es también porque es un antiguo?

Puede que utilice palabras en desuso, pero las palabras se vuelven a poner de moda. La lengua es un vehículo hacia la libertad, al sueño, al viaje. Que la lengua y el léxico esté menguando por los modos modernos, los mails, los whatsapp y todo este lío me da un poco de pena. Yo no voy a cambiar nada, pero tengo derecho a tratar las canciones a mí manera, con el cariño que me da la lengua.

Hay gente que ha leído un par de libros pero recita de memoria todas sus canciones, aunque a veces ni las entiendan...

Una gran parte de la poesía moderna está en la música. Cuando Dylan recibe un premio Nobel es por algo. En mí siempre ha habido una pretensión poética, y a veces me pongo rococó, pero me encanta. Si alguien coge un diccionario después de escuchar una canción mía me parece maravilloso.

Sus letras en solitario han perdido el humor de las de El Último. ¿Es porque se ha hecho mayor?

Sí, tienen menos ironía. Pero en mis discos, si escuchas con atención, siempre hay algo de ironía, aunque no tanto como antes. Pero no es porque sea ahora una persona más sesuda y más seria, siempre he considerado importante reirse mucho de uno mismo.

Canta que «nunca es tarde para las ideas ni para las palabras». ¿En España qué sobran, ideas o palabras?

Las ideas que vienen de mentes sabias pueden ser maravillosas; y cuando vienen de cretinos, devastadoras. Somos un país en el que es necesario propagar el amor a la cultura. Sin ella estamos abocados a un remolino de grisura.

¿Y en el conflicto catalán?

Hay mucho río revuelto y algunos pescadores están pescando. Lo demás es una cuestión política a resolver porque está en juego el futuro de muchísimas personas. Pero ahí no me meto.

¿Echa de menos la Barcelona del Zeleste, Sisa y Gato Pérez donde empezó a ser músico?

No, porque sé que no volverá. Ahora no tengo ni idea lo que hace la gente joven de mi ciudad. Entonces hubo un intensísimo movimiento porque se venía de un tiempo de oscurantismo y cuando acabó la dictadura se rompió la presa. Ahora la música ha cambiado. Salvo honrosas excepciones, hay menos ganas de transgredir.

¿Es malo que los festivales estén llenos de patrocinadores y dopados por la administración?

La cultura ha de ser libre. A mí no me apetece tocar bajo el hospicio de una marca de cerveza. Tengo mucho orgullo, aunque respeto y hasta cierto punto me parece bien que cada uno haga lo que quiera. Pero sí, me gustaría que fuera de otra manera, que el arte sea libre.

Usted, con un público tan asentado, lo tiene más fácil...

No es una actitud de ahora. Cuando yo empezaba con El Último o Los Burros rechazamos estás cosas a porrillo, incluso cuando vivíamos prácticamente en la indigencia. ¿Soy mejor que otro? Para nada, es sólo mi actitud.

Canta Disneylandia en directo pero cambia el «cuando vuelvas te mataré» por «cuando vuelvas te perdonaré. ¿Por qué?

[Ríe] Soy mejor persona. No, en serio, son frases hechas, es como decir: «has llegado tarde, cabrón». Pero tal como la sociedad funciona ahora, a las cuotas que se ha llegado de agresividad y machismo, hay que tener cuidado.

¿No cree que su público sabe diferenciar entre una canción y una incitación a la violencia?

Por supuesto, y quizá está de más aclararlo de forma tan explícita. Pero están pasando cosas terribles, incluso en gente muy joven. ¿Antes era un letrista machista? Nunca, pero ahora menos que nunca y hay que hilar muy fino.

Tocará en Málaga en el lugar donde hace poco ha cantado Maluma. ¿Qué le parece que algunos pidan prohibir sus conciertos y su música por machista?

Nadie puede prohibir ninguna música. Que decida el público. Yo, pobre de mí, también tengo un pasado. Las chicas en el rock han tenido que pelear mucho, les ha costado mucho porque el rock también ha sido un nido de machismo. En el tema de Maluma no tengo mucha idea, he oído que es porque en la portada salen varias chicas así con una actitud sumisa.

Sí, y por algunas letras...

Hay letras que no deberían ofender a los demás, pero no soy nadie para juzgar. En general el sexo se utiliza a todas horas, en la música, en la publicidad... No soy muy moralista pero sí que pienso que a veces deberíamos tener un poco más de clase, quizá es una señal de que a la sociedad le hace falta más calidad cultural. Es complicado... Sería muy bonito unas letras bonitas, maravillosos, no agresiva, no manipuladoras...

Usted viene del punk, y ahí las letras no se caracterizaban precisamente por ser bonitas...

Sí, era transgresor pero nunca he escrito una letra en la que insulte a nadie.

¿Disfruta igual con la música que cuando era joven?

No, más. Estoy más enganchado y más ilusionado. Estoy menos apajarado. Me digo que qué suerte tengo de seguir siendo músico.