Jorge Drexler (Montevideo, 1964) tenía previsto presentar su decimosexto álbum de estudio, Salvavidas de hielo, en el Teatro Cervantes en junio. Una urgencia familiar obligó a posponer el concierto y se acerca la nueva fecha: el 26 de septiembre. El «cancionista», título que él mismo prefiere antes que la etiqueta de cantautor que le persigue, repasará, además, las principales piezas de su larga discografía, y que durante más de 25 años han llenado los escenarios de todo el mundo. Incluso ha logrado varios premios Goya e incontables nominaciones a los Grammy por sus composiciones. Sin embargo, es sobre los escenarios donde más cómodo se siente, según confiesa, y las giras son su principal sustento de vida desde que empezó en la música. Charlamos con Drexler.

Presenta su nuevo álbum, que llega tras tres años de parón discográfico. ¿Había ganas de un nuevo trabajo?

Han sido años de muchísimo trabajo. Tres años entre disco y disco es algo que entra dentro de lo normal. Estuve girando como un loco. Cruzando el Atlántico 20 veces por año, ya que tuve unos 70 shows al año. Y en esas condiciones no tenía ganas de hacer un disco. Esperé hasta poder parar y, cuando paré, le dediqué un año a hacer el disco, con mucho trabajo.

¿Se disfruta más haciendo gira o componiendo canciones?

Bueno, son dos partes de un mismo proceso. Cuando llevo mucho tiempo en un proceso, echo de menos el otro. Son dos aspectos opuestos de mi vida. Tengo mucha suerte, tengo una vida muy variada. El proceso de composición es un proceso muy interior, muy cerrado, muy implosivo. Y el proceso de gira es muy exterior, muy de comunicación, explosivo. Los dos se complementan. No puedo irme de gira sin haber estado un tiempo de composición, y por ahora no he podido nunca componer sin estar de gira porque yo me nutro mucho de las cosas que veo por ahí.

¿Se han vuelto las giras en el principal medio de rentabilizar la música, en un momento en el que las ventas de discos no dejan de caer desde hace muchos años?

Yo nunca he contado con la venta de discos. Ni ahora que va a menos, ni antes cuando iba a más. Siempre he sido muy mal vendedor de discos, incluso cuando la gente vendía muchos. Me ha basado siempre en cantar en directo y en los derechos de canciones mías grabadas por otras personas también. Con eso he conseguido sacar adelante a mis tres hijos, y con eso estoy contento y orgulloso. Pero en este momento no nos queda más remedio que ser saltimbanquis, viajar de un lado para otro y me encanta ese trabajo. Me gusta mucho viajar, la carretera y el escenario. Yo puedo vivir de hacer giras, los derechos también han bajado, y es un trabajo que me encanta.

Plataformas como Netflix han dado un respiro al sector audiovisual y han disparado las producciones. ¿Pasa igual con el mundo de la música?

No sé mucho del negocio musical. Preguntas a la persona equivocada. No sé cómo funciona el mundo digital. La discográfica es quien se encarga de eso. Yo controlo mucho el mundo de mis conciertos, pero la discográfica es la que se encarga de lo demás.

Comentaba antes que componer es un trabajo muy interior, muy cerrado, ¿todas las canciones hablan de alguna persona o situaciones concretas?

A la hora de sentarme a componer me gusta sentarme sin ninguna idea previa. Me gusta trabajar mucho con la hoja en blanco. Componer para mí es un acto subconsciente y no voy con un plan prefijado. Voy lo más abierto que pueda, me gusta trabajar por asociación libre de ideas y que lo que aparezca en la hoja me sorprenda. Después, las canciones salen, y hablan de una persona o lugar particular. Pero no tengo guion para escribir, ni me siento para hacer una canción concreta.

Sin embargo, y pese a que todas las canciones hablan de algo o de alguien, llama la atención que, como cantautor, haya manifestado en varias ocasiones que no cree en el mensaje de las canciones...

Varias cosas que responder. En primer lugar, no me gusta el término cantautor. Me gano la vida con las palabras y esa es una palabra fea, con un diptongo de por medio. Es una unión, como carricoche, que no me gusta. Pero hay títulos que a uno le persiguen toda la vida. Como los rótulos solo se combaten con rótulos, prefiero el de cancionista, porque hago canciones. Y en cuanto a los mensajes, cuando digo que no me gusta no es que no me importe la letra. Me importa, y mucho. Pero considero que la canción no lleva un mensaje, sino que la canción es el mensaje. No van por separado. La canción no es el continente y el contenido es el mensaje. En mis canciones no hay nada que descifrar. Hablo directamente. No hay nada oculto que en una primera lectura haya que profundizar.

Recientemente dio una charla TED que fue muy aplaudida. ¿Se había visto alguna vez en el papel de maestro? ¿Seguirá ahondando en esa línea?

Me gustó mucho. Es muy diferente a hacer un concierto y me lo pasé muy bien preparándolo. No estoy acostumbrado. Tuve que memorizar todo el texto, y la verdad es que estuvo muy bien.