El actor Antonio de la Torre protagonizará La mancha negra, el tercer largometraje de Enrique García, que se rodará a partir de finales de abril de 2019 en escenarios rurales andaluces y que el cineasta anuncia como «una mezcla de La casa de Bernarda Alba con Reservoir Dogs». Junto a De la Torre estarán en el reparto Concha Velasco, Cristina Castaño, Fran Perea, Cuca Escribano, Juanma Lara, Virginia Demorata, Noemí Ruiz y Natalia Roig, avanzó ayer García, que partiicpó en el ciclo de Encuentros con Directores de Cine de la Fundación Unicaja.

«Será un thriller rural ambientado en los años 70 que espero que tenga la crudeza de esas historias de recuerdos cuando hemos visitado los pueblos de pequeños en la Andalucía de secano, y voy a tirar mucho de memoria cinematográfica para tener agarrado al espectador a la butaca durante dos horas», anticipó el realizador malagueño.

Después de «acariciar» este proyecto desde 2005, ya ha conseguido el apoyo de la Junta de Andalucía y de Canal Sur, y actualmente se encuentra en la fase de búsqueda de financiación, aunque cree que los actores elegidos «son una garantía que van a darle calidad a la película». El rodaje se desarrollará entre abril y junio «en los campos de Andalucía», y García cree que el resultado será «como si le dieran el guión de Bernarda Alba a Alfred Hitchcock o a Agatha Christie».

La historia transcurre a partir «del velatorio de una mujer anciana que fallece (Concha Velasco) y que tiene una herencia muy penosa que dar a sus hijas, que es un cortijo con unos olivos secos, un pueblo en contra que quieren que los echen, con el cura (Juanma Lara) a la cabeza, y el regreso de un hijo al que echó hace quince años, implicado en un proceso traumático que da pistas de que hay más dinero en la casa».

Ciclo

Enrique García participó ayer en este ciclo de la Fundación Unicaja con Resort Paraíso -su segundo largometraje tras el debut con 321 días en Michigan-, una película que califica como «una apuesta por el cine de género y por un cine para que el público disfrute pasándolo mal», en la que disfrutó de «mucha libertad creativa». «Tuvimos un escenario único como el hotel Sol Timor en Torremolinos, cuyo director literalmente nos dio las llaves y el hotel no sirvió solo como localización, sino también como alojamiento del equipo, y allí teníamos también la sala de edición o para guardar las cámaras», recordó..

El cineasta ha rodado este año dos cortometrajes, La muerte en el bolsillo, una apuesta por «el cine negro en un corto de 15 minutos», y una adaptación de La metamorfosis de Kafka, en la que "ha sido maravilloso trabajar con una cucaracha de 1,70», asegura.