En España existe una rica tradición en la música clásica que muy pocas veces ha merecido atención suficiente de la sociedad a pesar de que una serie de nombres propios han conseguido hacer llegar sus obras al conocimiento de una mayoría nada desdeñable tanto en nuestro país como fuera de sus fronteras. Son los Falla, Turina, Albéniz, Granados, Sarasate... todos ellos con importantes relaciones con otros músicos de proyección internacional que a su vez han enriquecido nuestro panorama musical. A lo largo de la historia muchos grandes músicos han sentido interés o atracción por España, le han dedicado obras importantes o han mantenido relación con músicos y artistas españoles. El crítico y musicólogo Andrés Ruiz Tarazona ha estudiado los lazos de algunos de estos músicos con nuestro país en su libro España en los grandes músicos (Siruela) donde documenta una exhaustiva información sobre los grandes nombres de la música clásica y las relaciones que los unieron a España, a la vez que muestra descubrimientos interesantes, insólitos o simplemente curiosos.

Tal vez el más sorprendente de estos descubrimientos es el que nos revela la ascendencia española de Beethoven. Ruiz Tarazona afirma que, en efecto, Ludwig Lodewick, abuelo de Ludwig van Beethoven, se casó con la española María Josefa Poll (o Pols), probablemente emigrada a Alemania a consecuencia de la derrota del archiduque Carlos en la Guerra de Sucesión que llevó al trono a Felipe V. María Josefa tuvo tres hijos de Ludwig van Beethoven (mismo nombre y apellido que su nieto), uno de los cuales, Johann, fue el padre del gran compositor alemán.

Es curioso, desde esta información, el interés que Beethoven tuvo siempre por la figura de Egmont, el héroe de la lucha contra la dominación española en los Países Bajos, para quien escribió la música inspirada en la tragedia de Goethe. El gran músico celebró la derrota de Napoleón en España. En su obra Beethoven también se mostró interesado por algunos aspectos relacionados con nuestro país. Así, su única ópera, Fidelio o el amor conyugal, se desarrolla en la ciudad de Sevilla. Se conoce también la amistad de Beethoven con la pianista española Mariana Martínez y el hecho de que pusiera la educación de su sobrino Karl en manos del preceptor español Cayetano Anastasio del Río, con cuyas hijas Fanny y Nanni trabó una fuerte mistad (Fanny, enamorada de Beethoven, escribió un diario con sus recuerdos sobre esta relación con el músico y compositor).

Aunque nunca viajó a España, es curiosa la simpatía y la fascinación que Mozart sentía por nuestro país, manifestada en algunas de sus obras, como en El rapto en el serrallo, cuyo protagonista, Belmonte, es un noble español. Mozart también sitúa la acción de Las bodas de Fígaro en el cortijo de Aguas Frescas, cerca de Sevilla, y se inspiró para Don Giovanni en la obra El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, en cuya cena rinde un cálido homenaje al compositor valenciano Vicente Martín y Soler (1754-1806), con quien le unió una estrecha amistad, como la que mantuvo con la compositora de origen español Mariana Martínez.

Fue muy frecuente el interés de grandes músicos por la figura de Don Quijote y en general por la obra de Cervantes. Berlioz, que fue amigo de Melchor Gomis y amante de la cantante española María Recio, con la que se casó, mantuvo siempre un culto a lo heroico y a la belleza a través de la figura de Don Quijote. Por su parte Mendelssohn basó su ópera Las bodas de Camacho en un episodio de la gran novela de Cervantes, y una de las obras de Ravel lleva el título de Don Quichotte a Dulcinée. Mahler, gran lector de Cervantes, terminó Los tres Pintos de Weber basándose en episodios de La Gitanilla y Richard Strauss compuso el poema sinfónico Don Quijote en 1898 (dedicaría otro a la figura del Don Juan) y se inspiró en autores de teatro del Siglo de Oro español como Calderón de la Barca para dos lieder basados en El alcalde de Zalamea y para su obra El sitio de Breda, de cuyo libreto es autor el escritor Stefan Zweig. Puccini también dedicó dos proyectos basados en obras literarias de la literatura española, La vida del Buscón de Quevedo y Anima allegra de los Hermanos Quintero, ambos fallidos.

Una de las relaciones más estrechas de un compositor con la música española fue la de Claude Debussy quien, a pesar de haber viajado a España en una única ocasión (para ver una corrida de toros en San Sebastián), muchas de sus composiciones son netamente españolas, una influencia seguramente de su padrino el banquero Achille Arosa, de ascendencia gallega. Ya su primera composición se tituló Madrid (1879), a la que siguieron Seguidilla, Fantoches y Mandolina. Entre sus grandes composiciones destacan Rodrigo y Jimena sobre el romance de El Cid, Danza profana, Máscaras, Images, Lindaraja (inspirada en Granada) y La soirée dans Grenade, que entusiasmó a Falla, quien compuso una de las piezas que se interpretaron en el homenaje a Debussy tras su muerte. Y sobre todo Iberia, una obra que podría haber sido compuesta por un autor español. Es muy conocida la estancia de Chopin en la isla de Mallorca durante su historia de amor con la escritora George Sand (Aurore Dupin). Para su novela Consuelo, Sand se inspiró en la cantante española Paulina Viardot-García, a quien Chopin acompañó al piano en numerosas ocasiones (Paulina cantó en el funeral del músico). Antes, en Viena, el gran compositor había conocido a la también cantante española Loreto García de Vestris, y en París, su amigo el profesor de canto Manuel García lo puso en contacto con los exiliados españoles que huían de las persecuciones de Fernando VII. Chopin tuvo también una amistad intensa con el pianista gallego Marcial del Adalid y con el compositor Juan María Guelbenzu, quien acompañó también a Liszt en algunos conciertos que éste dio en Madrid.

La cantante Paulina Viardot fue todo un personaje en los medios culturales europeos de la época. Amiga del escritor ruso Turguéniev, el compositor Camille Saint-Saëns compuso para ella la ópera Sansón y Dalila. No fue la única relación de Saint-Saëns con España. Amigo de Chapí, Bretón y Sarasate, fue un frecuente visitante de Las Palmas, donde pasaba largas temporadas, colaboró con el violinista gallego Andrés Gaos Berea, dedicó un concierto a Sarasate y fue un gran admirador y aficionado a la zarzuela.

El libro de Ruiz Tarazona, de lectura entretenida y apasionante, recorre la relación con España de otros grandes músicos como Puccini, Dvoràk, Haydn o Sibelius, y es al mismo tiempo un análisis de muchas de sus obras y un erudito recorrido por sus biografías.