Irene Estévez quiere tocar el cielo con sus manos y paso a paso esta malagueña, de tan solo 16 años, está luchando por conseguir vivir su sueño: ser bailarina profesional.

Hace unas semanas Irene era solo una alumna más de la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (Esaem), pero a partir del 1 de noviembre la joven se embarcará en una nueva aventura, ya que comenzará el nuevo curso en la Escuela de Ballet del Teatro Bolshói en Moscú, la más prestigiosa y antigua institución enfocada a la danza clásica en el mundo.

Es la primera malagueña que consigue entrar en la Escuela Bolshói y ha sido noticia en todos los medios, ¿cómo se siente?

Muy contenta. Estoy muy feliz porque he conseguido lo que siempre he querido pero no estoy acostumbrada al contacto con los medios. Los primeros días estaba un poco abrumada, ya mucho mejor. La escuela Bolshói es de las mejores del mundo, es más yo la considero la mejor dentro del mundo de la danza clásica. Estoy viviendo un sueño.

¿Con qué edad comenzó a bailar y a interesarse por la danza clásica?

Empecé a aprender ballet en el conservatorio con ocho años pero siempre he bailado desde pequeña. Cuando tenía cuatro años fui con mis padres a Barcelona y me llevaron a ver el ballet El Cascanueces, coincidiendo con las vacaciones de Navidad. Me quedé impactada. Me gustó muchísimo. Ahí empezó mi interés por la danza. A raíz de ese momento fue cuando comencé a decirle a mis padres que yo de mayor quería ser bailarina de ballet y empecé a encaminarme a la danza clásica. Antes de entrar en el conservatorio ya daba clases de gimnasia rítmica y todo tipo de danzas en el colegio pero jamás había hecho ballet. En el conservatorio conforme iba dando clases de danza clásica me di cuenta de que era la que más disfrutaba.

¿Cuántas horas le dedica a su rutina de entrenamiento?

Suelo entrenar de lunes a viernes. Hay veces que incluso he estado bailando sábados y domingos para seguir. El número de horas siempre depende del día pero entre 3, 4 o 5. También influye si tengo que ensayar para competir. Si es el caso le tengo dedicar muchas más horas.

¿Cómo ha sido el proceso para acabar siendo aceptada en la escuela Bolshói?

Todos los veranos voy a campamentos con Russian Master Ballet Camp en Alicante y al finalizar nos entregan un informe con nuestros avances. Este año cuando mi madre recogió el mío vio que mis profesores estaban muy contentos conmigo, que había mejorado muchísimo y nos recomendaron que siguiera trabajando, que tenía futuro en este mundo. Cuando mi madre les comentó que en Málaga no había escuelas ni medios como en otros países para seguir formándome una vez acabara el conservatorio, las profesoras nos dijeron que empezara a echar solicitudes fuera, que seguro que me cogerían en alguna escuela. Mi madre fue quien envió los papeles para la Bolshói junto con mi currículum. Recibimos una primera respuesta en la que nos pedían fotos y vídeos míos actuando. Lo enviamos y hace unas semanas recibimos un correo con la confirmación de mi entrada.

¿Cómo fue el momento en el que supo que estaba admitida?

Justamente estaba haciendo la matrícula para este curso en la Esaem. Mi madre me dijo que le acababan de mandar un correo del Boshói y nos pusimos muy nerviosas. Entre eso y que venía en inglés yo había leído que estaba dentro pero no me lo creía. Le pregunté a una amiga inglesa y me dijo que sí, que estaba dentro. Me quedé en shock total. Fui a visitar a mi abuela y ahí fue cuando reaccioné. Lloré mucho pero de felicidad pura.

La directora de Esaem ha dicho que le han becado para que pueda continuar con su último año de conservatorio aquí en España ¿Cómo se plantea llevar los dos cursos a caballo entre Moscú y Málaga?

Al enterarse de la noticia, Marisa Zafra, directora de Esaem, me propuso becarme para ayudarme económicamente y no perder mis estudios aquí en España. Al final podré tener las dos titulaciones. El 1 de noviembre entro en la escuela en Moscú y estoy allí durante el curso. En vacaciones vendré a Málaga para examinarme de los exámenes de mi curso.

¿Los costes de la Escuela Bolshói los costea su familia o ha recibido alguna ayuda?

Lo hemos tenido que pagar nosotros. Ahora mismo estamos haciendo toda mi familia un sacrificio. Es un dineral vivir allí y asistir a la escuela pero a la vez es una oportunidad única, nadie entra en esa escuela. Mi abuela ha pedido un préstamo para ver cómo lo podemos hacer. Estamos buscando fundaciones que nos puedan ayudar, instituciones, patrocinadores... Solos no podemos, es imposible. Al año el curso son 20.000 euros. Además tengo que comprarme todo el material, la ropa, y necesito algo de dinero para vivir allí.

Su profesora Valentina Letova ha sido su guía en el mundo del ballet ¿Qué significa ella para usted?

Ella ha sido bailarina toda su vida y una de las estrellas del ballet ruso. Ha bailado en los mejores teatros, ha sido premiada por todos y reconocida en el mundo entero. He tenido muchísima suerte con mi profesora porque realmente no todo el mundo tiene una profesora en condiciones que te pueda enseñar tanto. Para mí ella es un referente. Quiero ser como ella.

¿Qué sacrificios ha tenido que hacer para llegar hasta aquí?

La vida de las bailarinas es muy sacrificada. No todo el mundo con mi edad, o incluso niñas más pequeñas, están capacitadas para tener este nivel de concentración. No todo el mundo aguanta tantas horas bailando. Es mucho sacrificio, es trabajo, es esfuerzo. Si realmente no te gusta, si no es tu pasión, lo acabas dejando. Hay que estar capacitado y estar centrado. Es bastante duro. He perdido quedadas con amigos, cumpleaños, he perdido vacaciones, muchos momentos e incluso reuniones familiares porque he tenido que entrenar. Es sacrificado. Te duele y te cuesta pero si es lo que quieres y quieres dedicarte a ello porque es tu pasión tienes que hacerlo.

¿Cómo ve el futuro después del paso por Bolshói?

La mayoría de estudiantes de esta escuela salen titulados y con trabajo, ya que son los mejores preparados. Yo espero tener esa suerte y poder entrar en alguna compañía importante.