'Azul Prusia, azul Berlín', de Ana Rando, abre la temporada de producciones de Factoría Echegaray. La directora y coreógrafa nos presenta un tiempo en la vida de Marc Chagall junto a su esposa Bella Rosenfeld. Escritora rusa que resultó una influencia en la obra del pintor. Ambos judíos de origen ruso.

Así en la dramaturga del espectáculo juegan ambas influencias con los personajes. De hecho, además de los protagonistas, las figuras alegóricas del judaísmo y del imperio ruso conforman una historia en la que los devaneos y coqueteos entre unos y otros avanzan y evolucionan mostrando apegos y desapegos. Galanteos y desamores no sólo entre los humanos sino también para su fe y origen. Un trabajo muy afinado de la directora que logra atrapar la atención del espectador con la desenvoltura de sus coreografías. Demuestra una gran habilidad para desarrollar por el espacio escénico las secuencias que conforman la historia. Muy explicativas a veces. Pero también muy alegóricas en otras ocasiones. Una diversidad que provoca el interés. Así ocurre también con los personajes.

Esa evidente diferencia de estilos entre los intérpretes, sus procedencias técnicas, son bien aprovechadas por la coreógrafa para crear el carácter. Más dulce en unos casos, más brusco o nervioso en otros. Esto es sin duda un acierto que permite diferencias esas tipologías como individuos con personalidad propia. La presencia etérea de la joven esposa, delicada, casi frágil, contrasta con el nerviosismo eléctrico del pintor y a su vez los complementa. La brusquedad del personaje gubernamental se enfrenta a la sutileza de la otra figura simbólica, la de la religión. Y entre todos se crean composiciones sólidas en las que se desprenden de sus atributos para integrar un todo con un solo lenguaje. Momentos realmente hermosos visualmente, gracias a una puesta en escena que apuesta por la simplicidad elegante y que se rodea de una muy buena creación en las luces, un diseño magnífico de Adolfo Rodríguez que cierra esas ambientaciones precisas para potenciar los estados de ánimo. Una clara elección de vestuario y una simbólica escenografía chagalliana y su particular visión del universo.

No en balde, como el título indica, el azul Prusia que es sinónimo de azul Berlín, es ese con el que el propio pintor cubre los cielos de su imaginería pictórica. Así el círculo cierra una representación muy satisfactoria, refinada, muy bien trabajada, con un concepto escénico atrayente que engancha más a modo que evoluciona.