Todo empezó con la lectura de dos best seller, uno español y otro estadounidense, que como telón de fondo tenían la misma obra clásica: la Divina Comedia. «Pensé entonces en el juego que le sacaban a la obra de Dante y lo poco que jugábamos con el Quijote, siendo una novela más rica».

Y con este pensamiento en la cabeza, el rondeño Jose Barroso, en un año tan cervantino como 2016, 400 aniversario de la muerte de Cervantes, decidió leer El Quijote. Era su tercer intento, confiesa: «Lo intenté con 15 y 19 años y ninguna vez pude y ya la siguiente, con 38 años, disfruté con la novela». De hecho, después de leerlo una primera vez con diccionario, nada más terminar la lectura comenzó una segunda, esta vez sin diccionario. «Y en esta segunda lectura, más fluida, es cuando empecé a ver cosas».

Lo que vio en esa segunda lectura de las cuitas de Alonso Quijano le empujaron a escribir Enigma Quijote (Pie de Página, 15 euros), una novela de intriga que ya está a la venta en toda España y cuya trama arranca en la Biblioteca Nacional, donde se conservan varios ejemplares de la primera edición del Quijote.

Jose Barroso sostiene que Miguel de Cervantes «tenía que luchar contra la Inquisición, contra un poder eclesiástico bastante fuerte y deliberadamente escondió cosas que no están totalmente a la vista». El escritor pone el ejemplo de la prohibidísima primera biblia traducida al castellano de Juan de Pineda. «Se le llamó la biblia del oso porque aparecía un oso en la portada y Cervantes en El Quijote hace una descripción perfecta de esa portada, con lo que demuestra que la tenía».

En la novela, en la que aparecen señalados pasajes de la obra de Cervantes, también desvela uno de los secretos más legendarios: el lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiso acordarse.

«Fui anotando en un excel todo lo que podía considerar el lugar de la Mancha. En la primera salida de don Quijote se dice que sale al amanecer y el sol le da de cara, luego va hacia el este; en la segunda sale del mismo sitio pero dice que a unos 12,14 kilómetros, tras haber girado y que el sol le caía de soslayo, llega a los molinos famosos, los de Consuegra. Eso te da un arco, empecé a cruzar datos y me salió un municipio que desvelo en la novela».

Por estas y otras sorpresas, confiesa creer «sinceramente» que Cervantes «dejó un buen secreto en El Quijote y hay algunas cosas que descubrí investigando, que aparecen en la novela y que me dejaron con la boca abierta».

Bregado en el mundo de los libros, el escritor rondeño, afincado en Granada desde hace 15 años, ya tiene a sus espaldas tres novelas, la primera de ellas, El ocaso de Alejandría, una biografía novelada de Cleopatra, fue número uno durante 26 semanas en Amazon.

Tras viajar a la Ronda de la conquista cristiana (El secreto de Arunda) y la Roma de Octavio Augusto (La caída de la República), Enigma Quijote es su primera obra situada en la actualidad, una novela para la que ha cambiado su forma de escribir: «Antes tenía una idea general y me ponía a escribir, para esta novela tardé más de un año en tener el guión definitivo y luego me puse a escribir».

De la respuesta de los lectores, lo que más le ilusiona es la de aquellos que, tras leer Enigma Quijote, se dirigen raudos a leer la gran obra de Miguel de Cervantes.