El Macbeth de la compañía Mu Teatro se presentó en el Teatro Echegaray en el puente de Todos los Santos. Parece que hasta el Echegaray quisiera celebrar a su manera Halloween, con uno de los dramas shakespearianos con más apego a la sangre y a los fantasmas. Aunque les salió el tiro por la culata, al menos en esta ocasión, porque la versión que nos presenta la compañía, prescinde de lo más truculento para darnos una imagen fundamentalmente bella.

El trabajo tiene una base muy clara en la apuesta por lo corporal, por la imagen como medio narrativo. No cabe duda de que lo logra y podemos disfrutar de un estilo que encandila al espectador con muy buen resultado. La función es representada únicamente por dos actores que se alternan en los distintos roles que intervienen en la historia usando caracterizaciones sencillas pero significativas. Además, el juego se multiplica en un interesante y coreográfico uso de esos elementos de caracterización, que logran imprimir un ritmo excelente en muchas de las escenas. Tal vez algunas transiciones se recrean demasiado en ese uso relajado del tiempo. Lo que por un lado favorece a la interpretación en los diversos monólogos permitiendo al actor jugar con el texto y la modulación, recrearse en las palabras y sacarles el máximo de provecho, cuando se aplica a algunos cambios temporales o de situación ralentiza el ritmo general. El equilibrio pide ir más directo hacia los nuevos acontecimientos, porque sí, porque el espectador quiere disfrutar con la siguiente sorpresa teatral, mientras que esos otros momentos no cuentan nada.

Actores

Igual la labor de los actores es excelente. Hay momentos realmente intensos que se acercan hacia los asistentes emocionando. El trabajo físico igualmente tiene un gran valor. Son los cuerpos los que están hablando en muchas de las ocasiones para contarnos sin palabras lo que como es habitual en las versiones se reduce del original. Hay realmente momentos para lucirse, espléndidos. Las coreografías, la lucha, la creación de una tipología clara para reconocer fácilmente la multiplicidad de personajes son un valor importante del espectáculo. El estilo se define buscando la belleza en todos los aspectos.

Tal vez lo que se echa de menos es un punto de vista propio en la versión. Por qué Macbeth, Lady Macbeth y toda esa corte de personajes se conducen así. O es todo tan fatal que no hay otra opción que dejarse llevar por el hado, y contemplar ese destino que predicen las brujas sin cuestionarlo.