La escritora Concha Méndez fue una mujer feminista adelantada a su tiempo que, como tantos intelectuales de su época, sufrió la Guerra Civil y el exilio, que la convirtió como a otros muchos en un «paciente psiquiátrico», según su nieta Paloma Ulacia Altolaguirre. «La guerra no fue algo chistoso, destruyó las mentes y las almas y convirtió en pacientes psiquiátricos a todos los exiliados y a sus hijos, posiblemente yo también lo soy», afirmó ayer Ulacia, que presentó en el Centro Andaluz de las Letras su libro Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas.

Insiste en que la guerra no es divertida y en que quien sufre el exilio se «descontextualiza», y considera que el feminismo es «hacerlo lo mejor que puedas con las elecciones que tomes en la vida», y en ese sentido Concha Méndez «lo hizo lo mejor que pudo». Ulacia recordó que, antes de casarse con Manuel Altolaguirre, su abuela se enamoró primero en su juventud de Luis Buñuel, quien después la abandonaría «por una francesa». «Generalmente, los hombres te dejan por una francesa. ¿Por qué? Porque no engordan. Hay que tener mucho cuidado de no ganar peso», bromeó Ulacia, que cree que «feministas ha habido siempre», y su abuela fue «una más».

«La dejó Buñuel y ella dijo: Y a mí, ¿qué? Se propuso descubrirse a sí misma y se fue a Londres a tomar un curso de cocina, porque ella era de la clase alta y nunca había entrado a la cocina. Empezó a entender la vida como la entendía otra clase social, bajó de una clase social para volverse autosuficiente y ganarse la vida». Después de una etapa en Argentina, regresó a España, explicó Ulacia, que empezó a grabar las conversaciones con su abuela, que darían lugar a estas memorias, «por hacer algo», con una grabadora de un amigo «que pesaba como doscientos kilos».

La autora del libro sostiene que su abuela estaba «muy resentida» por el hecho de que, después de romperse su matrimonio, Altolaguirre se hubiera casado con la cubana María Luisa Gómez Mena, algo que «debió de provocarle un gran disgusto porque él se metió así en una situación intolerable»: «No pasaba a vivir con otra mujer para ser más feliz, sino para cuidar a una mujer que era alcohólica y drogadicta. Era la destrucción de una persona muy talentosa y fue muy triste, pero mi abuela no habló más del tema», señaló.