Creció en un ambiente familiar ligado al arte: su abuelo tenía una tienda de Bellas Artes, dos de sus tíos se dedican a la música, piano y violonchelo; hasta su propia madre lleva un blog de dibujo. Federico Miró (Málaga, 1991), que pintaba y dibujaba ya desde pequeño, no tuvo duda: «Tenía claro que quería estudiar algo relacionado con el mundo artístico».

A pesar de su corta trayectoria como artista, cuenta con un extenso currículum en el que se resalta su participación en numerosas exposiciones por toda España, en reconocidas ferias como Justmad, Estampa y Arco y, además, ha recibido importantes premios entre los que destacan el Premio Premio BMW de pintura a la Innovación de Madrid y el Premio XXVII Circuitos de Artes plásticas de la Comunidad de Madrid.

Actualmente, trabaja para F2 Galería, en la capital, donde el pasado 26 de octubre inauguró La verdad es otra, una nueva exposición en la que retorna a lo tradicional basándose en los tapices del Renacimiento flamenco con obras que fusionan, desde perspectivas adulteradas, la arquitectura con la vegetación.

Se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Málaga, donde se publicó su primer trabajo individual en la sala de exposiciones de la facultad y coincidió con grandes profesores, a los que les debe donde se encuentra en este momento. Tras licenciarse, decidió dar el paso de trasladarse a Madrid para cursar el máster en Investigación en Arte y Creación de la Universidad Complutense, donde se quedó debido al amplio catálogo de oportunidades en el mundo del arte que ofrece la capital, a través de concursos, premios y galerías de arte; al contrario que en Málaga, ya que, según explica, los museos no suelen brindar la oportunidad a jóvenes artistas como sí lo hacen las galerías: «Gacma o la Galería JM son de los pocos espacios que apuestan en la ciudad por el arte emergente».Una técnica muy personal

Dedicado plenamente al arte vive literalmente dentro de este: tiene convertida su casa en su propio estudio. «Es el día a día. Meterme en el estudio es una constante lucha con el fin de superarme a mí mismo siempre», afirma Miró sobre su concepto de la creación.

«A mí siempre me han atraído los artistas que se han inventado sus propios métodos de trabajo» admite el malagueño. Por ello, una de las principales características que lo diferencia es la utilización de tapices, telares y otros tejidos similares para pintar: «Empecé utilizando este tipo de texturas porque están muy ligados al ornamento, propio de la cultura malagueña y su Semana Santa». También, gracias a una técnica muy personal, en la que se apoya en finas capas horizontales de materia, invita a que el espectador se vea obligado a detenerse en cada cuadro para saber qué hay detrás de la trama de pintura.

La naturaleza es la principal protagonista en las obras del joven creador malagueño. Ha evolucionado desde la ilustración de paisajes hasta la simplificación del ornamento. Sin embargo, en buena parte de sus piezas hay, de fondo, una crítica a la tecnología actual, por eso, mezcla lo artificial con lo natural, dos puntos de vista opuestos: «Creo que tenemos que volver a lo artesanal, al quehacer manual que la verdad es que se ha perdido un poco en la actualidad».

«Tener una obra sólida y que se defienda por sí sola». Ésa es, según Miró, una de las claves para poder triunfar en el mundo artístico actual, factor que, eso sí, añade, debe venir acompañado por una cierta dosis de suerte. Pero no hay que engañarse: «Se debe estar en un continuo proceso de investigación y pensamiento», sentencia el artista, que tiene muy claro cuál es su objetivo: «Mi motivación es el irme superando día a día. Que los cuadros que haga sean mejores que los anteriores», confiesa el artista, que, eso sí, no quiere tener pretensiones de futuro a largo plazo. Poco a poco, paso a paso, día a día, está dando ya mucho que hablar. Federico Miró: quédense con su nombre.