Filarmónica de Málaga

Dirección: Álvaro Albiach. Programa: Sinfonía nº 9 en Re mayor, de G. Mahler. Lugar y fecha: Teatro Cervantes, 30 de noviembre de 2018

Noviembre se cerró para la OFM con el sexto programa de abono del conjunto de la mano del director edetano Álvaro Albiach, director titular y artístico de la Orquesta de Extremadura, que volvía al podio de la Filarmónica en lo que apetece -y así fue titulado en su momento- “una perspectiva sinfónica” del último romanticismo, primero con R. Strauss y en este último abono en la figura de G. Mahler. Dos mundos, dos perspectivas que al confrontarlos sirven de prólogo a la música del siglo veinte. Hernández Silva en su faceta artística lo ha subrayado con intención; casualidades del destino (hay que recordar que el director español ha venido a sustituir en el podio al que fuera también titular de la OFM el maestro Aldo Ceccato) propiciaron que Albiach completase este particular díptico sinfónico.

El noveno trabajo sinfónico mahleriano fue redactado en el verano de mil novecientos nueve en la pequeña ciudad italiana de Dobbiaco en la frontera con Austria. Una vez más el tiempo estival servía a Mahler para concentrar sus esfuerzos compositivos alejado de sus obligaciones vienesas. La Novena Sinfonía trasciende el plano vocal para concentrar la complejidad del músico en lo que se ha definido como «prosa instrumental». Esta sinfonía exige al oyente mantener en la memoria la «falsa sinfonía» La canción de la Tierra, sólo así es posible adentrarse en los dos tiempos extremos (apertura y cierre) de esta inacabada acabada.

De la interpretación pasada sorprende por un lado la tibia respuesta de la OFM, al menos en el andante comodo inicial, y por otro, el ejercicio de dirección que desplegaría Álvaro Albiach con la orquesta malagueña que superó cansancio transformándolo a favor del discurso sonoro que atesora Mahler en su Novena. Albiach se distingue por una gestualidad austera aunque incisiva hasta el punto de superar las dificultades observadas al conjunto en el primer movimiento que apetecían dispersas con momentos de escasa comunicación entre atriles y cercanos desempastes entre secciones que irían virando en el desarrollo de la sinfonía. Subrayar el tema lírico en forma de vals desarrollado en el citado andante.

El director valenciano en un giro de pulso y tiempo atacaría los dos movimientos centrales con dinámicas afiladas buscando las aristas grotescas anotadas por Mahler y conduciendo a la orquesta por sendas cercanas a sus propios límites artísticos. Hubo extenuación -necesaria si se desea- en estos dos tiempos como paso previo al adagio de cierre.

Suspendido y carnal, etéreo y deslumbrante el cuarto movimiento tuvo mucho de fascinante pero también de oficio. Albiach y la OFM por fin encontraban el punto de diálogo entre desgarro y silencio: el silencio universal de todas las notas. Desde la convicción de quien escribe, Albiach es el perfil por el que la Filarmónica debe encarar su futuro.