A partir de marzo del año que viene, Málaga podrá presumir de una gran exposición dedicada a Matisse, uno de los grandes artistas del siglo XX junto a Picasso. El Centre Pompidou ultima los detalles de una muestra que recorrerá la producción del creador francés entre 1901 y 1950 a través de más de medio centenar de obras, entre pinturas, esculturas y dibujos.

La exposición, que arranca con los cuadros de su etapa de juventud, claramente influenciados por Cézanne y Signac, finaliza con una serie de cuadros que realizó, ya septuagenario, entre 1944 y 1948 en la villa Le Rêve de la localidad francesa de Vence. Se trata de un recorrido cronológico que se inicia con sus intentos para investigar la técnica del puntillismo y que prosigue con sus primeros impulsos fauve, en los que ya se adivinan el estridente uso del color y la distorsión de las formas en sus trabajos.

En 1917, Matisse abandona París, por entonces era el epicentro mundial del arte, para trasladarse a Niza, ciudad en la que vivió hasta 1954. Bajo la arrebatadora luz de la costa azul, el pintor encontró la paz interior y vivió una etapa de gran productividad artística. Su fascinación por el colorido de las artes decorativas musulmanas dieron como resultado su serie de odaliscas, inspiradas en las pinturas orientales de Ingrés y Delacroix y que le sirvieron para retratar el cuerpo femenino evitando el desnudo. El lienzo Odalisca con pantalón rojo (1921) es una de las piezas de esta exposición y que refleja la atracción e inspiración que Oriente ejerció en su pintura.

Ya en 1930, Matisse emprende un viaje a Tahití, el paraíso de su admirado Gauguin. Aunque durante un tiempo deja prácticamente los pinceles, tras su regreso se abandonó a la experimentación con las fuerzas del color y el diseño. Su misión no era otra que lograr la expresión de emociones profundas a través su la paleta cromática. Cuadros como Gran interior rojo o Interior amarillo y azul, ambos de 1946 y que podrán verse en el Pompidou el próximo mes de marzo, resultan claros antecedentes de los gouaches que realizó a finales de los años cuarenta, en los que cortaba y pegaba papeles coloreados.

Matisse escribió a menudo sobre las intenciones plásticas de sus obras. En sus textos reconocía que perseguía la expresión «por encima de todo». «Para mí la expresión no reside en la pasión que está a punto de estallar en un rostro o que se afirmará con un movimiento violento», sostenía. Su búsqueda se basaba en la composición del lienzo, el lugar que ocupaban los cuerpos, los vacíos o las proporciones.

Destaca en esta muestra la media docena de obras en bronce de Matisse, quien en contraste con su abundante producción pictórica esculpió poco más de ochenta obras en toda su vida, así como numerosos dibujos. Una oportunidad única para acercarse al trabajo del artista que reescribió la pintura del siglo XX.