Para Pasión Vega, y esto no es nada nuevo, siempre es especial subirse a la tablas del Teatro Cervantes, un escenario en el que ha crecido como artista desde que empezara en el mundo de la canción. Ayer, la malagueña acudía para celebrar sus 25 años de trayectoria, y las emociones se le agolpaban canción tras canción. En cada asiento del abarrotado patio de butacas se respiraba la gran admiración que su público le profesa desde entonces, y ella se volcó, como siempre hace, en cada interpretación.

Porque Pasión Vega no canta sin más: ella hace que cada tema se convierta en un momento especial. Respira cada letra, su voz se funde con cada melodía y es capaz de compartir los sentimientos de las composiciones con una sinceridad y belleza irresistibles, ofreciendo un poderoso espectáculo de principio a fin.

Hacía justo un año que la cantante había estado en el Cervantes durante los primeros compases de su gira de presentación de su último trabajo discográfico, 40 quilates, y los que asistieron a aquel concierto pudieron comprobar cómo el tiempo ha asentado las canciones y ha pulido hasta el último detalle la necesaria conexión entre la cantante y la solvente banda de músicos que la acompaña. Precisamente, inició la velada con la canción que da título a su octavo álbum. «Cuarenta septiembres celosos de octubres vestidos de abril...», tema que interpretó a capella y concluyó arrodillada ante el público.

«Buenas noches, Málaga. Se me ha caído hasta el pendiente, como a la Flores». Éstas fueron sus primeras palabras. Los nervios no eran pocos, como tampoco eran la emoción y el sentimiento que le acompañaron durante toda la velada. Tras recordar que quería «celebrar sus 25 años» en la música con el público de su tierra, la cantante ofreció un recital de más de dos horas en el que sonaron sus nuevas canciones intercaladas con los temas más significativos de su intachable carrera, entre ellos La gata bajo la lluvia, Tan poquita cosa, Desnuda tengo el alma, Fina estampa, Habaneras de Cádiz o María se bebe las calles.

Una vez más, Pasión demostró su maestría sobre el escenario gracias a una gran cercanía con su auditorio y una manera de interpretar única y exquisita.