"Robert Coover, un escritor americano desconocido para los lectores españoles de hasta hoy, logra reanimar una vieja manera de contar e integrarla en la dudosa tradición de lo nuevo. Partiendo de la leyenda popular, del cuento infantil, o de la anécdota bíblica otras veces, Coover reinventa un desconocido territorio en el que el narrador vuelve a ser el guía primitivo, el pastor arbitrario de un lector que se somete a la trama inextricable de la ficción". Así comenzaba Marcos-Ricardo Barnatán su crítica de 'El hurgón mágico' en 'El País' en 1978. Desde entonces, el prestigio de Coover en nuestro país se ha cimentado de forma notable aunque sigue siendo un nombre más o menos secreto de la literatura arriesgada. Tanto, que hasta ahora la novela que lo lanzó a la gloria en su país, 'El origen de los brunistas', no había sido lanzada en castellano. Pero ahí está el intrépido José Luis Amores y su sello editorial, Pálido Fuego, para paliar la carencia.

Porque a Coover se le ha publicado en España, a través de marcas consolidades y aquilatadas como Seix Barral, pero, de pronto, dejó de estar presente en las estanterías de nuestras librerías. Pálido Fuego ya recuperó 'La hoguera pública' y 'Pinocho en Venecia', pero faltaba la primera parte de un díptico impresionante habitado por "locos religiosos, dementes milenaristas, periodistas desquiciados, políticos corruptos, capitalistas retorcidos; West Condon, un pueblo perdido del Medio Oeste americano en los años sesenta del siglo XX; una mina de carbón que salta por los aires; comunistas, conservadores, evangelistas, italianos, irlandeses, trastornados...", describe Amores, quien concluye: "Es la ficción más grande y realista y genial jamás escrita y publicada". Se completa con 'The Brunist Day of Wrath' (traducible como 'El día brunista de la ira'), una continuación (ambos volúmenes suman 1.500 páginas) con la que a buen seguro el malagueño se atreverá próximamente. Porque hace unos meses declaraba esto en una entrevista con 'Jot Down': "Coover, por ejemplo, tiene 'The Origin of The Brunist' y su secuela, 'The Brunist Day of Wrath'. Yo las quiero publicar, pero en la editorial nada más que estamos Ana, mi mujer, y yo. Valor le echamos, pero si un libro de esos no funciona, nos vamos a la mierda".

Coover es un nombre indispensable de la narrativa norteamericana posmoderna, en la que militan Barth, Gaddis, Brautigan, Vonnegut, Pynchon, entre otros. "De forma consciente lo que hicimos todos fue tratar de cambiar lo que había existido hasta entonces, porque era lo que pedía la época. La música estaba cambiando, el mundo del arte estaba cambiando. Todo se estaba renovando y también debía renovarse la literatura. O así lo sentíamos", recordó Coover hace un par de años para 'El Cultural'.

La especialidad del autor de Iowa es la destrucción de mitos y cuentos de hadas para su posterior reconstrucción y renacimiento, convertidos, eso sí, en algo bastante diferente. Tras unos años en La Marina, donde empezó a leer vorazmente, en la década de los 50 se encerró en una solitaria cabaña canadiense y descubrió cuál sería el propósito de su obra: renovar los iconos, martillear los cuentos de hadas. En 'Pinocho en Venecia', por ejemplo, el muñeco convertido en niño ahora es un sujeto anciano, profesor emérito y experto en arte, distinguido, famoso por sus correrías en Hollywood, que vuelve a Venecia en un arrebato nostálgico con la intención de escribir el último capítulo de su última y definitiva obra, 'Mamma', dedicada, cómo no, al Hada de Cabellos Turquesa que transmutó su madera por carne. En 'Zarzarrosa', un Príncipe, atrapado en las zarzas sueña con la belleza que le está esperando, una Bella Durmiente que no se puede despertar, soñando con una sucesión de príncipes que la besan y la vieja hada hechicera, que habita en los sueños de la princesa, entreteniéndola con leyendas de otras bellezas durmientes y tratando de imaginar la naturaleza del deseo humano.

Son algunos ejemplos del pequeño catálogo de perversiones icónicas y metarrelatos brillantes de uno de esos escritores que siempre está en los altares de los que realmente saben de lo que están hablando y que, afortunadamente, los responsables de Pálido Fuego están empeñados en que conozcamos.