Es el protagonista de Moby Dick. El actor catalán acaba de cumplir el martes 50 años de carrera y lo celebra con la gira de una obra que ha estado seis meses en Barcelona.

¿Puede haber alguna duda sobre la importancia de Moby Dick a estas alturas?

Hay mucha gente que cree que conoce la obra cuando, en realidad, solo ha leído la edición juvenil, que es una novela de aventuras. La obra completa es un tocho de 800 ó 900 páginas que se dirige a diversos públicos. Desde que se publicó en 1850, era una obra difícil para el gran público y por eso de dividió en diferentes partes para los jóvenes. En ellas se perdía su parte más trascendente, con reflexiones sobre la vida y la filosofía. Muchas veces se confunde con títulos como Robinson Crusoe o La isla del tesoro.

Ha cumplido 50 años sobre los escenarios, ¿cuáles son sus sensaciones?

Con una edad determinada, el mundo se ve con escepticismo y no con la pasión y el arrebato de los 20 años, cuando piensas que todo es posible. Ahora me doy cuenta de que hay cosas por las que no merece la pena preocuparse. Con 50 años de oficio, me analizo a mí mismo. Siempre he ido por el mundo con el arrebato de los 18 años pero noto que algo cambia. Llevo 50 años sin parar y doy gracias a Dios de no haber conocido el paro ni un día.

¿Qué siente cuando se le define como el gran actor del teatro español en la actualidad?

Lo agradezco profundamente. Estoy muy orgulloso de mi carrera, del prestigio. Me he ganado la confianza y el respeto del público. Por eso acuden al teatro a verme. A veces me he equivocado pero creo que no he hecho ninguna tontería gorda. El público intuye que lo que hago tiene interés. Aunque también habrá gente que no le guste lo que hago y salga decepcionada de los teatros. En general, por la calle, cuando estoy de gira por España, noto confianza y respeto.

En su caso, jubilarse será un derecho, no una obligación?

Por supuesto que no es una obligación, sobre todo cuando se ejercen profesiones en las que eres libre de aceptar un trabajo y no estás sujeto a ninguna empresa. Pasé por los 65, la edad oficial de la jubilación, sin enterarme. Es ahora, cuando se cumplen 50 años de mi estreno, que me he dicho «coño, José María, llevas 50 años trabajando». Las facultades siguen estupendas, el cuerpo tiene su deterioro. Soy pragmático, me queda menos vida que la que he corrido y quiero dedicarme unos años a mí, a la soledad, a la lectura, a ir al cine sin prisas...

¿Cuál es el peso que tiene actualmente el teatro dentro de la cultura de nuestro país?

Primero hay que saber cuál es el peso de la cultura en España. Sobre el teatro, recurro al tópico de que lleva más de 2.000 años enfermo y no se muere nunca. Ahora, en cuanto a creadores, directores y actores, estamos en un momento estupendo. Las últimas generaciones en Madrid y Barcelona, y también en Valencia, Andalucía o Galicia, han traído una época espléndida.

¿Y en el plano laboral?

Seguimos pagando los últimos diez años de crisis económica, sobre todo la barbaridad del 21% del IVA. Aquello destruyó mucho tejido laboral en el teatro.