Charlamos con María Oruña, que presenta mañana su novela 'Donde fuimos invencibles', en la Biblioteca Municipal Pública Municipal Miguel de Cervantes, dentro del V Ciclo de Encuentros con Autores en las Bibliotecas Municipales.

Usted se describe como una "arqueóloga del crimen". ¿Cuáles son las razones?

Todo comenzó como una broma con una periodista de 'El Mundo'. Le expliqué que, mientras documentaba una historia, iba encontrando información que por sí sola parecía ir confeccionando el puzle. Que era como si todo estuviese ya dispuesto sobre una mesa cubierta de polvo, sobre la que yo solo tenía que soplar. Asociar esa imagen creativa a la arqueología fue instantáneo.

Es la tercera entrega de la teniente Valentina Redondo. ¿Cómo surgió este personaje?

Mis novelas son corales, sin personajes absolutamente dominantes, aunque Valentina tenga un peso especial. La ideé para personificar en ella la dualidad, la variedad de roles que pueden caber dentro de una persona. Por una parte, mujer: teniente en un cuerpo militar como la Guardia Civil, perfeccionista, rigurosa, casi infalible. Por otro lado, su matiz personal fuera de su trabajo: insegura, frágil, con diversos traumas y culpas que lleva consigo desde niña y que justifican su forma de ser. Todos adoptamos distintos roles según el contexto: con amigos, con nuestros padres, en el trabajo. A ella solo quería destacarle dos, radicalmente opuestos; que tenga un ojo negro y otro verde obedece a esta dualidad que yo pretendía destacar.

Todas su novelas se desarrollan entre los paisajes cántabros. ¿Se ha planteado escribir en otros escenarios?

Claro. Comencé en Cantabria porque las historias que tenía que contar estaban ancladas allí, con rasgos y matices históricos que le pertenecían. La serie de Los Libros del Puerto Escondido seguirá teniendo su base en Cantabria, pero ello no obsta a que otros trabajos sean muy diferentes y, a que desde luego, estén ambientados en otros lugares.

Después de 'Puerto escondido' y de 'Un lugar a donde ir', regresa con 'Donde fuimos invencibles'. ¿Con qué se encontrará el lector en esta nueva entrega?

En 'Donde fuimos invencibles' el ambiente es gótico, muy de novela enigma y con un claro homenaje a los clásicos como Henry James o Agatha Christie. Comenzamos con un caserón impresionante y solitario al lado de la costa, un escritor que vive solo y escribe una novela, un ama de llaves, un jardinero que aparece muerto en la primera página y la potencial y sorprendente presencia de fantasmas. El hecho de que Valentina sea escéptica y de que se encuentre ante sucesos inexplicables provocará que investigue un poco entre dos mundos. La lucha entre la ciencia (de mano del profesor Machín) y la fe (de mano del cazafantasmas Christian Valle) constituye una de las partes más celebradas por los lectores, aunque descubrirán que los fantasmas más aterradores suelen ser nuestros propios errores y sombras, no los espíritus.

¿Por qué eligió el género negro?

Creo que me eligió él a mí. Y me refiero a un género negro elástico y amplio, conceptuado desde el siglo XXI. No escribo novela negra purista, pues no sigo sus parámetros, a pesar de que sí incluyo la denuncia social en mis textos. En Puerto Escondido, sobre nuestro propio abandono de la historia. En Un lugar a donde ir, sobre el abandono de la ciencia y la investigación por parte de las instituciones. Y en Donde fuimos invencibles, sobre el olvido de la cultura también desde las instituciones gubernamentales. En mi caso, creo que escribo un género híbrido que entremezcla novela enigma, de misterio, histórica, thriller. Me resulta difícil definirme, porque no me gusta ni siquiera repetir las mismas técnicas ni estilos en cada uno de mis trabajos.

¿Es la novela negra ese género en el que cabe todo?

No, claro que no. Pero las etiquetas son cómodas, son fáciles. En los últimos tiempos he escuchado y leído de todo, incluyendo subgéneros: femme noir, domestic noir? Al final, ¿quién sabe si un híbrido, un subgénero, puede resultar tan potente como para crear una línea propia? Yo solo creo en buenas o en malas historias.

Esta obra nos lleva de la mano a través de Copérnico o de la actriz Jane Randolph. ¿Podría decirse que es su obra más compleja?

Oh, no. De hecho, es mi novela más disfrutona: el tema de los fantasmas y su investigación resultó ser muy interesante. De todos modos, en una novela de misterio, para que sea buena, la estructura invisible que la sustenta debe ser sólida como una piedra. Los giros en la trama, los por qué y los para qué deben estar claros antes de comenzar a escribir. Esta parte es la más trabajosa y compleja en todas mis novelas. No basta con una trama interesante, no es suficiente con unos personajes bien perfilados: ¿cuál es la novela oculta, qué quieres contar en realidad? En Donde fuimos invencibles varios personajes ven cómo sus hábitos y sus decisiones marcan sus destinos. Procuré que todos tuviesen un sentido: no hay rellenos, no hay subtramas. El misterio era tan potente que no necesitaba nada más.

'Donde fuimos invencibles' diferencia tres voces narrativas. ¿No es una apuesta muy arriesgada?

Caray, yo creo que no. La voz narrativa principal sucede en paralelo temporal a las clases del profesor Machín y del cazafantasmas y se unen pronto, porque al final todos juntos van a investigar qué puede estar sucediendo en el extraño Palacio del Amo. La tercera voz es El ladrón de olas, que son breves trozos del texto en los que trabaja el escritor que vive en el Palacio del Amo. Su intención es mostrar y ahondar sobre este personaje pero, además, perfilar a otros personajes de la novela desde otro punto de vista.

Por lo que le ha supuesto un reto como escritora...

El reto más complejo a la hora de escribir esta novela fue documentar y escribir la parte del profesor Machín. La batalla intelectual entre él y el cazafantasmas debía tener peso y contenido, pero no constituir un ensayo sobre el tema paranormal. Y debía ser ágil e incorporar al lector aludiendo a hechos que le resultasen familiares, retándole a posicionarse ante cada uno de los hechos extraños que se narran.

A lo largo de la historia hace varios guiños a los relatos de fantasmas. ¿Cree usted en ellos?

No. Mi posicionamiento obedece a una visión científica. Sin embargo, no creo que tengamos en nuestras manos todas las fórmulas de la ciencia, ni de la química, ni del alma. Hay puertas que aún no hemos podido cruzar: por ello en Donde fuimos invencibles procuré ser muy respetuosa con quienes se sujetasen a la ciencia y con quienes lo hiciesen a la fe. No hay verdades radicales en esto, de modo que, más allá de la resolución del misterio de la novela, el posicionamiento general de la misma es neutro.

¿En qué proyectos está trabajando actualmente?

En un misterio olvidado y asombroso. Tengo la sensación de que cada una de las personas a las que entrevisto para este nuevo trabajo dan para una novela propia. Es como si a mi alrededor todo fuese curioso, intrépido, mágico. Pero claro, ¡como buena escritora de misterio no os puedo contar nada!