Perigallo Teatro, después de pasar por Málaga en varias ocasiones, por fin recala en el Festival de Teatro con Espacio disponible. La historia de un matrimonio, el de Palmira y Jenaro, que viven casi recluidos en su tercer piso sin ascensor. Ya son mayores. Él ha sido inventor y profesor. Ella también daba clases y le gusta componer melodías y frases originales para sus maquinitas a manubrio. Ahora, su único hijo, un alto cargo de cooperante en Bruselas, quiere llevarlos a su casa para que vivan más cómodamente. Pero eso significa aceptar unos cambios que implican reconocer algunos fracasos. Reconocer que ya no se pueden manejar independientemente. Los años y los achaques pueden situarnos en una encrucijada si nuestra movilidad, nuestra autonomía, se empiezan a deteriorar. Convertirte en dependiente. Es duro. Obedecer a quien no tienes ganas de dar explicaciones. Perigallo Teatro sitúa muy bien el drama. Lo convierte en casi un romance. Los personajes son encantadores. Esa ancianidad maravillosa con protagonistas irónicos que siempre tienen un diálogo divertido del que hacen gala. Los tipos físicos reflejan a la perfección el avance atrófico del tiempo en los cuerpos. Y su manera de referirse con un cariño cómplice el uno al otro, que no desdeña el regaño y la caricia, resultan enternecedores a veces y cómicos en otras ocasiones. Es cierto, el tiempo, la complicidad y los años nos convierten en seres que vistos por los que menos edad tienen puede resultar entrañablemente cómicos. Pero habrá quien en esas circunstancias las acepte con satisfacción y quien se rebele a esa condescendencia. Y Jenaro se rebela. El conflicto está servido. Una lucha entre dos formas de afrontar el futuro. Sueños que se evocan y que viajan hacia escenas oníricas que resultan reveladoras. Sobre todo, reveladoras del buen hacer dramático y del buen trabajo actoral. Porque detrás de todo hay un espectáculo que tiene mucho que decir y que conmueve. La emotividad y la risa van de la mano en un trabajo teatral que acierta mezclando en escena imágenes cotidianas y realistas con momentos surrealistas propios de un subconsciente atormentado. Pero tratando de vislumbrar lo que los sueños dan de sí y cómo nos enfrentamos a esa mirada hacia atrás que nos fustiga o nos alaba.