La Perra

Texto y Dirección: Cristina Rojas Compañía: Tenemos Gato Intervienen: Homero Rodríguez, Cristina Rojas, Raquel Mirón, Lugar: 25 de enero, Teatro Echegaray

Tenemos Gato nos propone para el Festival de Teatro un espectáculo de autoanálisis en el que el personaje protagonista, ausente, provoca una serie de tensiones en el seno de una familia. Lo curioso es que este personaje, que nunca se ve, del que se habla, al que se busca tras su desaparición, no es sino un animal. La mascota, La perra. Ese es el título que nos pone delante de un trabajo muy bien elaborado, con una narración dramática magnífica, y con unos trabajos actorales estupendos. Una joven pareja y su hijita van a celebrar el Fin de Año a casa de los abuelos, donde se reunirán con su cuñado y hermana. En una urbanización por Huelva. Entre montes y marismas. Durante los fuegos artificiales, la perra huye asustada. Es un animal que ha sido recogido tras una traumática vida. Ahora comienza la búsqueda. Una búsqueda que se convierte en obsesiva.

Pero no porque sea lógico que hagas lo que sea necesario para encontrar y recuperar sano a un ser que consideras parte de tu familia. Si no porque el enfrentamiento se vuelve obsesivo. Ya no es la perra, es la tozudez, la sinrazón en los razonamientos, las culpas. Ahora se quieren ver conspiraciones. Se echan en cara unas y otras cosas más o menos guardadas. Salen los rencores. Y sin embargo lo genial del espectáculo es que no son grandes conflictos los que explotan sino sencillos, cotidianos.

Eso sí, el personaje principal, si lo hay aparte del cánido, el que interpreta Cristina Rojas, y que resulta ser el que centraliza los problemas, o al menos así lo cree el personaje y así parece reflejarlo el texto, logra algo maravilloso: siendo el que resultaría menos empático en la vida real, aquí logra que el espectador lo adore. ¿Por qué? Porque lo vemos sufrir más allá de lo que sería sensato. Hay una naturalidad expresa en los diálogos que se ve apoyada en la forma de interpretarlos que dan además al espectáculo ligereza. Lo cotidiano nos hace creer que espiamos a nuestro vecino. Y eso siempre provoca morbo. La puesta en escena resulta muy sugerente por lo ingenuo de una idea, que sin embargo logra el efecto de multiplicar los espacios con gracia.

Por ahí, por los distintos espacios se mueven los actores que multiplican sus registros para dar vida a una diversidad de personajes que con esa misma simplicidad impuesta consiguen que sean fácilmente reconocibles. Habría que mejorar un poco el volumen en algunos diálogos. Pero La perra en su estreno nos dejó con la alegría de ver un magnífico espectáculo de teatro.