Como asegura el propio Marv Wolfman en la introducción del noveno volumen de Panini dedicado a rescatar las historias clásicas de El asombroso Spiderman -y que recopila el trabajo del guionista en la cabecera del trepamuros entre 1978 y 1980-, su interés inicial por el Hombre Araña era del todo inexistente. De hecho «lo odiaba». Pero las obligaciones de Marvel son inescrutables para los que entran en su rueda, por lo que se vio obligado a hacerse cargo, pese a sus reticencias, de la valiosa cabecera. «Escribir Spiderman me ponía nervioso. Tenía un sentido tan peculiar de la historia y del diálogo que pensé que no sería capaz de replicarlo», asegura Wolfman.

Animado (es un decir) por Archie Goodwin, por entonces director editorial, el guionista emprendió una interesantísima etapa en la vida de Peter Parker. Hasta la fecha, el joven con poderes arácnidos había mantenido su estatus de despreocupado estudiante, cuya vida era un ir y venir de aventuras adolescentes. La gran aportación de Wolfman fue introducir al personaje en la vida adulta. Sentar cabeza y formar un familia son los primeros pensamientos que Parker expresa el número que abre este volumen, The Amazing Spider-Man #182. Una historia en la que somos testigos del regreso de El Corredor Cohete y que guarda para la viñeta final la petición de matrimonio de Parker a su novia Mary Jane Watson.

En este Omnigold, Spidey continúa sufriendo los envites del jefe del Daily Bugle, J. Jonah Jameson -quizás con más razón que nunca-, que le ha proporcionado una malísima reputación entre los ciudadanos de Nueva York, y también protagoniza su graduación universitaria. Además, los lectores serán testigos del debut de la Gata Negra y el regreso de Betty Brant. Pero la existencia de Parker, que se desvive por atender y proteger a su amada Tía May, será una vez más fuertemente agitada en el número 200 de la colección. En este lanzamiento especial, que cuenta con la colaboración de Stan Lee, el lanzarredes deberá enfrentarse al hombre que más daño le ha hecho nunca: el asesino del Tío Ben, un malhechor al que en su día dejó escapar y al que nunca olvidó.