Cuenta Ayanta Barelli (Roma, 1969) que durante muchos años sentía la «necesidad» de escribir Un mar violeta oscuro, que indaga sobra las mujeres de su familia materna y que le ha valido ser finalista del Premio Planeta. Hasta cinco días estuvo su padre, el también escritor Fernando Sánchez Dragó, llorando de alegría. «Llegué a un punto en mi vida en el que no podía avanzar si no miraba hacia atrás. Sentía la necesidad de conocer a las mujeres que me antecedieron y de las que tenía muy poca información, más allá del conocimiento sensorial y emocional de una niña. Quería saber quiénes eran desde una visión adulta. Esta investigación familiar me llevó a descubrir muchísimas cosas sobre mí misma y la historia de la mujer, todo lo que no hemos podido hacer por cuestión de género», sostiene la autora. «Este libro es una novela en la que hombres y mujeres luchan por llegar a un entendimiento, que es el momento preciso en el que estamos ahora».

Asegura que no le da pudor hablar de su familia en términos autobiográficos porque no hay nada que le avergüence. Reconoce que, en términos generales, «toda familia es celosa de su intimidad, trata de relatarse a sí misma historias que van a favor y se acaba heredando una historia que es solo un punto de vista y que omite determinadas cuestiones que pueden ser principales». «Yo he tenido la fortuna de pertenecer a una saga de personas que escribían y han dejado un rastro de tinta. Ese rastro se ha ido heredando en cajas polvorientas en la rama femenina de la familia que es la que se ha ocupado de relatar la historia de la familia».

Lo digital

Al respecto, en estos tiempos en los que todo cambia a golpe de tuit, explica que para ella «lo digital es como escribir en el agua, se va y eso es una lástima, pero pertenece a nuestros tiempos. Con aquello que no permanece se podrán hacer cosas y habrá que azuzar a la memoria», dice. Comparte que han sido unos premios Planeta con un marcado acento femenino y reflexiona sobre la actualidad. «Los hombres han sido siempre un obstáculo para las mujeres, pero no el único. Ahora estamos en un momento muy interesante, en una revolución y el resultado será bueno. No soy amante de los excesos; con sentido común se puede llegar a acuerdos que sean ventajosos por ambas partes». Y añade que «esta novela no la he escrito por una reivindicación feminista, sino que cuando uno aborda el tema de las mujeres es inevitable hacer una lectura feminista. Me congratulo de ello, pero yo solo he contado mi historia».

Su padre

Hablar con Ayanta Barelli implica, cómo no, hacerlo también de su padre y de los no pocos y polémicos titulares que protagoniza en algunas ocasiones: «Estoy totalmente acostumbrada a ellos, los leo con una sonrisa, cierro el periódico y sigo a otra cosa», dice. Y aunque la novela es una mirada a la rama materna de su familia, reconoce que se presentó al Planeta por «hacer un guiño a mi padre y seguir un patrón familiar». «Quería hacer este regalo a mi padre, a mi familia y, por supuesto, a mí misma».

Aún en plena vorágine de presentaciones y firma de ejemplares, ya tiene en la cabeza su próxima y segunda novela. ¿El tema? Prefiere, todavía, mantenerlo en el más absoluto de los secretos.