Dice que «el rap ya es mainstream», y si es así -al menos en nuestro país- es, en parte, gracias a él. Y es que Rayden ha conseguido cambiar el estatus del género -en ocasiones, gustosamente condenado al underground o, en el mejor de los casos, al panorama alternativo- sin por ello renunciar a la calidad en su rimas. Hijo de A3Bandas, inició su carrera en solitario en 2010 con Estaba escrito, pero no fue hasta la publicación de En alma y hueso cuando el madrileño dio el gran salto. Ahora, David Martínez Álvarez -el hombre más allá del alias- se encuentra envuelto en una ambiciosa trilogía que la semana pasada alcanzó su segunda entrega con Sinónimo, sucesor de Antónimo (2017) y predecesor del que será su siguiente álbum: Homónimo. Su gira hace parada este fin de semana en La Trinchera y ya ha colgado el sold out.

Rayden se siente algo ajeno al actual escaparate del hip hop. «La verdad es que a día de hoy escucho muy poco rap porque pocas propuestas me emocionan o me mueven algo dentro. No por falta de calidad o de talento sino, porque como es lo que he mamado desde que empecé, es menos sorpresivo para mí desde el punto analítico. A día de hoy mi música la veo más afín a The Black Keys, Michael Kiwanuka, TheNeighbourhood, Paolo Nutini, Charilie Winston, Tom Walker, Portugal. The Man, etc», confesó en una reciente entrevista con Mondosonoro. De ahí que haya colaborado con nombres tan alejados de la escena de la rima como el malagueño Pablo López, Leiva o Iván Ferreiro. Él lo tiene claro: todo forma parte de una inquietud personal, propia: «Me preocuparía no evolucionar ni crecer musicalmente por miedo a perder público o hacer algo que ni yo mismo me creyese por intentar ganarlo o mantenerlo. Nunca hago una balanza porque sino no sería una forma de hacer música, sería una fórmula. Por suerte cada vez tengo más público pero no hago música por ni para ellos, lo hago por y para mí por lo que todavía me parece mágico que haya muchísimas personas que hagan suyas canciones que escribo en mi casa».