En HBO andaban ayer capeando el temporal por un involuntario product placement en el último episodio de 'Juego de Tronos': inexplicablemente se coló un vaso de plástico de Starbucks en una solemne escena protagonizada por la icónica khaleesi. Horas después, Mediaset estrenó 'Brigada Costa del Sol' y, de alguna manera, sin haber en principio un pequeño desastre cafetero o similares (a ver, inexactitudes debe de haberlas a puñado, naturalmente: la acción está ambientada a finales de los 70 y aquí los policías ya citan el popular anuncio de Orlando, el de 'Cuate, aquí hay tomate', que, si no me equivoco, es de 1982), todo se veía más postizo y falso que un frappuccino en Westeros.

Pero vamos primero a lo, digamos, interesante. Por fin las cadenas españolas están invirtiendo en series que no están protagonizadas por una gran familia (miembros de todas las edades y condiciones para, ya saben, llegar a todos los nichos de mercado) cuya acción siempre se desarrolla mientras los personajes desayunan, comen, meriendan o cenan (ese costumbrismo según el cual la forma de mostrar al español de manera más naturalista es enseñarlo engullendo). Aquí los de Warner, Netflix y Mediaset bucean en nuestra historia reciente para hablar de los comienzos del narcotráfico en nuestro país y de cómo diversos policías de nuestra tierra, cada uno de su padre y de su madre, formaron un equipo tan heterodoxo como efectivo para afrontar un fenómeno hasta entonces desconocido (me gustó cuando el personaje encarnado por Hugo Silva dijo: "¿Drogas en España? ¿Para qué? ¡Si a los chavales de aquí no les gustan!").

Luego está todo lo demás... Mucho se está hablando del gazpacho de acentos empleados por los actores (¿en serio hay dialect coaches trabajando en el audiovisual español?). Supongo que ya estaré demasiado acostumbrado a este tipo de cutreríos porque, la verdad, no me fastidió demasiado durante el primer episodio y medio de 'Brigada Costa del Sol'. Hay otros detalles aparentemente sin importancia pero que, al final, creo, contribuyen más decisivamente a la falta de credibilidad de un producto como éste: por ejemplo, ¿de qué sirve que te gastes un dineral en una producción como ésta si luego no vas a licenciar canciones de la época y te dedicas a ambientar musicalmente las escenas con cosas enlatadas hechas por ordenador que alguien cree que darán el pego como temas de los 70? Pues es sólo un ejemplo.

Hay un énfasis claro en la ambientación; claro, los responsables de la serie saben que ése es su verdadero punto diferenciador en la hiperpoblada parrilla española. El problema es que lo sobreexplotan: que sí, que me he enterado de que estamos a finales de los 70 en España, en la rocambolesca, colorida y hortera Costa del Sol de la época, pero, ¿es necesario que todos los personajes vayan vestidos como coristas de Los Manolos? Supongo que se acordarán aún de 'La isla mínima', aquella estupenda película de Alberto Rodríguez protagonizada por Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo y un ejemplo de situar una acción en un tiempo y en un lugar (allí en la Andalucía de primeros de los 80) sin obviedades, con detalles sutiles pero rotundos.

Por lo de más, lo habitual en la ficción española: las escenas de acción son pobretonas (con el consabido tembleque de cámara y montaje rápido para darle un nervio que no se siente), hay una historia de amor "prohibido" que, seguramente, detonará los conflictos entre algunos protagonistas masculinos (que ya se sabe que no hay historia española-española que no sea de dos tíos peleándose por una mujer), Jesús Castro pone morritos... Eso sí, quizás lo que más me ha gustado de todo es la forma en que camina entre el thriller, el drama y los apuntes cómicos sin solución de continuidad, sin cambios abruptos de tono. Será porque, en realidad, todo es muy ligerito, demasiado liviano aquí.

Comentaba Cecilio Oliva (uno de los integrantes de la brigada real) en 'El País' que no suele ver este tipo de series porque tiene la impresión "de que no se ajustan a la realidad". Prefiere quedarse con sus recuerdos. Seguro que los recuerdos de Oliva componen una serie bastante mejor que 'Brigada Costa del Sol'. Qué pena que ésa sólo la pueda ver él en su cabeza, y nosotros nos tengamos que conformar con la de Mediaset.