«Technicolor» es un disco que evoca tiempos de antañoso glamour cinematográfico, una especie de realidad fabulada en el que las dos caras de la cantante y actriz madrileña parecen mirarse de frente. Marlango presentará su nuevo álbum el viernes 17 de mayo en el Teatro Cervantes de Málaga.

La palabra Technicolor remite a una especie de pasado idílico pero un poco irreal. ¿Define así el sonido de Marlango?

En realidad el título es porque, cuando empezamos a escribir las canciones, la idea era hacer canciones como para ese tipo de musicales de los años 50 y 60. Al final, como mandan las canciones y escribimos desde un lugar muy honesto, salieron 11 canciones como 11 pequeñas películas.

La imagen de Marlango y el sonido recuerda a esos clubes llenos de humo y posos en la barra. ¿Se pierde algo del sentido en una sala de conciertos normal y corriente?

Creo que nada porque lo maravilloso de la música es que transporta, da igual dónde estés. Hay entornos que ayudan o predisponen más, pero lo importante es la música y lo que sucede en el momento.

¿Cuánto tiene de estética y cuánto de necesidad el confiarse a los sonidos clásicos?

Por muchos planes que hagamos, y mira que lo intentamos, al final la composición es para nosotros una manera de curarnos y enfrentarnos a la vida, por lo que siempre acaba yendo a un sitio honesto y cortado a medida. No levantamos banderas ni somos de ningún estilo en concreto.

¿La visión historicista de la música de Marlango os previene de los males de la industria y las modas?

Yo no creo que la nuestra sea una música historicista, de verdad que usamos todo lo que nos sirva y tenemos la suerte de tener acceso a millones de estilos musicales. En cuanto al mercado, ni siquiera cuando estábamos en una multinacional como Universal, nunca nos han presionado. Lo peor que puedes hacer es escribir una canción pensando en que le va a gustar a alguien que no eres tú. Y en cuanto a las modas, nosotros nunca hemos sido nada puristas.

Adivino entonces en qué bando está usted en el debate actual sobre la apropiación cultural.

Es muy tierno que a estas alturas se debata esto. El jazz es apropiación cultural, el blues, la música, el arte en general... El purismo es algo que ahora, en esta época, en la que abres el Spotify y llegas a tantos sitios, no se puede aplicar.

¿Dónde interpreta más, en un concierto o en una película?

Depende del día. Hay días en los que interpretas más en un concierto y en otro estás en una película y te muestras mucho más.

Pero las canciones las escribe usted y los papeles se los escriben para usted.

Claro, pero hay momentos en los que por alguna razón has de protegerte de lo que has escrito y lo cantas desde otro sitio. Y algo que te da alguien, y que el director o directora te dice que lo hagas de alguna manera, se convierte en una máscara perfecta.