Juan Carlos Aragón ha muerto. Nunca pensé que escribiría esa frase. Ha fallecido a pocos días de cumplir 52 años tras una dolencia sobrevenida hace apenas unas semanas. Para quien no lo sepa, Juan Carlos Aragón es uno de los autores más grandes que ha dado el Carnaval de Cádiz en los últimos treinta años. Sin él, no podría entenderse la comparsa actual tal y como la conocemos y si él no hubiera decidido escribir agrupaciones no habríamos disfrutado con algunas de las más grandes letras. El mundo del Carnaval de Cádiz y sus cientos de miles de seguidores pierden a un referente, a un enfant terrible de la fiesta al que esperaban como agua de mayo en pleno febrero, cuando el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (CAC) nace cada año en las tablas del Falla para dejar un puñado de coplas inmortales a los aficionados.

Juan Carlos tonteó primero con el coro, aunque rápido, a principios de los noventa, le cogió el pulso a la chirigota y se convirtió en uno de sus grandes renovadores. Frente al clasicismo viñero de Manuel Santander o a la genialidad absurda de José Luis García Cossío 'Selu', sus chirigotas tuvieron en los noventa un soniquete gamberro en música, letras y tipos y, cuando su propuesta, al principio rompedora, fue ganando adeptos, comenzó a coleccionar cajonazos como el sonadísimo de 'Kadi City' (1997), una de las agrupaciones que nadie entendió que se quedara fuera de una final del Falla. De esta época forman parte chirigotas como 'Los tintos de verano', 'Las ruinas romanas' o 'Los panteras'. Y entonces, en 1999, llegaron 'Los yesterday', un pelotazo de niveles desconocidos que se hizo con el primer premio en el COAC y que trascendió los límites del carnaval para engrosar, aún más, el fenómeno fan que había nacido con la comparsa 'Raza Mora' de los Majaras del Puerto, a finales de los setenta, y que en los primeros noventa impulsó Antonio Martínez Ares. Hasta Alejandro Sanz cantó algunos pasodobles de 'Los yesterday' allá donde daba un concierto. El éxito de esta agrupación no se debió sólo a que gustó al público, sino que supuso una revolución en la chirigota, mezclando en los pasodobles el sello serio y poético de la comparsa con la ironía y el doble sentido de la chirigota. Los entendidos dicen que aquello revolucionó la modalidad. Para la historia quedarán letras como "Yo sé que la gente piensa/ que los hippies son carotas/ vividores sinvergüenzas /melenudos y grifotas..."; o el pasodoble que se convirtió en un himno de los andaluces: "Menos rollos de verdes mares / de campiñas y de olivares/ que así luego nos luce el pelo". Estas letras se siguen cantando hoy, veinte años después, en cualquier moraga de Andalucía a la luz de las hogueras y un vaso de cerveza en la mano.

Pero luego llegó la comparsa. Ángel Subiela, director eterno de las comparsas de Antonio Martínez Ares, terminó en desavenencias con 'El Niño' después de que 'La milagrosa' no pasara a la final del Falla en el año 2000 y se llevó a parte del grupo con él. Como buscaban un autor, y Juan Carlos Aragón estaba entonces en la cresta de la ola chirigotera, se decidieron por él, o lo convencieron de que cambiase de modalidad. La historia del Carnaval le debe gratitud eterna a Subiela. De esta colaboración nacieron 'Los condenaos' (2001), segundo premio a muy corta distancia de 'La niña de mis ojos' de Martínez Ares; 'Los ángeles caídos' (2002), primer premio de Juan Carlos en comparsas con algunos pasodobles que permanecen en la memoria de los aficionados, y 'Los americanos', cuarto premio. Luego, en lo que habría de ser algo habitual en su forma de escribir y crear la música de comparsas, cambió de grupo y llegaron '1800. Los inmortales' (2004), 'El Golfo de Cádiz' (2005) y 'Los parias' (2006). Pero el pelotazo absoluto llegó en 2007 con 'Araka la Kana'. Juan Carlos Aragón era amigo de un autor uruguayo, Catusa Silva, y con los ritmos y los tipos propios de las murgas uruguayas, creó una comparsa con sabor y música criollas que encandiló a los aficionados, redefiniendo las costuras del género, continuando la senda de Martínez Ares como autor de leyenda capaz de imprimir a sus creaciones músicas que entraban por derecho en el 3x4 que, hasta entonces, había sido la base rítmica de cualquier agrupación gaditana, la esencia misma de la fiesta. Mantuvo la mística, pero varió la sustancia y el resultado fue inmejorable. 'Araka la Kana' fue, claro, primer premio.

Llegan entonces los años de travesía en el desierto con comparsas desiguales. Tal vez 'La banda del Capitán Veneno' fue la mejor de esta etapa (tercer premio, 2008). Luego, le sucedió 'Los comparsistas se la dan de artistas' (semifinales, 2009) que, por cierto, llevaba un par de pasodobles espectaculares, uno de ellos hablando de la muerte. Pero el gaditano más rebelde salía vencedor de aquel envite: "La muerte es una playa con cara de pena / desnuda bajo el cielo bailando encendida / la muerte es una lluvia que cae hacia arriba / y con su pelo largo y su espalda morena / llevamos esperándola toda la vida". Ni la muerte le tosió. En 2010, llegó 'Noches de Bohemia', dirigida por su amigo Juan Fernández, cajonazo por derecho que no pisó la final, pese a llevar entre sus pasodobles letras tan bellas como esta: "Acércate a quien te dé su palabra, sus libros, su mano y su amor / y aléjate del que nunca te mire de frente". En 2011, sacó 'Los príncipes', que pasó sin pena ni gloria; y en 2012, 'La Serenissima', con un repertorio cantado prácticamente en italiano, dando otra vuelta de tuerca más a su genio artístico. Obtuvo un segundo premio. En 2013, una agrupación para olvidar, como él mismo decía: 'Catastrophic Magic Band'.

Hastiado de cajonazos y pensando que tal vez los jurados no valoraban como debían su ingenio y su calidad musical y literaria, sacó una comparsa que no presentó al Falla, 'Los ladrones', aunque la morriña le pudo y volvió al COAC en 2015 con 'Los millonarios', una de sus mejores creaciones no sólo por la altura de sus letras y la música, sino por cómo la interpretó su nuevo grupo, con el que más éxitos ha cosechado. Fue, por supuesto, primer premio. Luego llegaron 'La guayabera' (semifinalista, 2016), 'Los peregrinos' (tercer premio, 2017), 'Los mafiosos' (primer premio, 2018) y 'La Gaditanísima' (segundo premio, 2019). Durante muchos tramos de su trayectoria, simultaneó la comparsa, la categoría reina, con la chirigota, su debilidad. Precisamente, este año se llevó otro cajonazo con 'Er Chele Vara'.

Además de su imponente trayectoria carnavalera, conformada por en torno a cuarenta agrupaciones, Juan Carlos Aragón era profesor de Filosofía, pasó por diferentes institutos andaluces y ha publicado varios libros, entre ellos dos ensayos sobre carnaval, una novela y un poemario.

Defensor del carnaval en la calle y de la vuelta a la esencia de la fiesta y martillo impertinente contra los diferentes equipos de gobierno municipales, sus letras reflejaron su evidente ideología izquierdista, que ni escondió ni quiso esconder, y unió de forma concreta la alta literatura que destilaba en los versos de sus pasodobles con el carácter popular de una fiesta que hoy es seguida en todo el mundo. Heredero de los grandes comparsistas de antaño como Paco Alba, Pedro Romero o Enrique Villegas Vélez, a principios de la pasada década recogió el testigo de Martínez Ares, su gran rival con el que vivió momentos de amor y odio, y compitió con los más grandes comparsistas como Tino Tovar o el gran Antonio Martín, recientemente retirado. Fue, sin duda, un renovador absoluto de la fiesta y sus letras van a seguir cantándose allá donde haya una reunión con un par de carnavaleros. Hace apenas unos días, no pudo acudir a recoger el Premio Baluarte del Carnaval, uno de los grandes galardones del mundo carnavalesco. Ya nunca podrá ser pregonero. Su obra ha trascendido, sin duda, al Carnaval por su altura literaria, ingenio y atrevimiento, siempre en defensa de los más jóvenes, que lo llevaron en volandas hasta los éxitos logrados. Se ha ido un genio, pero nos quedan sus coplas. Descanse en paz Capitán Veneno.