La cultura, por un lado, es muy agradecida: atrae muchos flashes y grandes titulares con sus promesas de colores y sus intangibles; por otro, exige que siempre estés generando cosas nuevas, creando, ideando para no caer en el ostracismo y el aburrimiento de los demás. Consolidada la marca turístico-cultural de Málaga como ciudad de grandes museos, a este Consistorio liderado por Francisco de la Torre que pronto afrontará cuatro nuevos años de gestión le quedan importantes retos por delante, más allá de rubricar nuevos acuerdos con las casas matrices de las pinacotecas que nos prestan obras. Por encima de todos, el gran reto cultural municipal será el de fomentar la cultura participativa, de abajo a arriba. Vayamos por puntos.

01 Los museos, sí

De unos años a esta parte, el Ayuntamiento de Málaga ha conseguido que el arte y sus genios sean algo habitual, cotidiano, cercano. Siempre pongo el acento en los niños malagueños, los que antes iban de visitas escolares a fábricas de refrescos; ahora, los futuros gestores, políticos, artistas, albañiles y mecánicos de esta ciudad serán personas que, de pequeños, han visto piezas de Borremans, Malevich, Matisse, Picasso o Chagall. Seguro, harán una ciudad mejor que la de ahora. Consolidar la estrategia museística ideada por De la Torre es prioritario en este mandato. Porque no todo está hecho, ni todo va solito, rodado (en esto del arte conviene no creerlo jamás).

02 El CAC: la «oveja negra»

Dentro del parque museístico malagueño hay una oveja negra: el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, últimamente protagonista de titulares para el desprestigio en la prensa especializada nacional: la supuesta no desvinculación total de Fernando Francés, anterior gestor de la pinacoteca y actual secretario de Innovación Cultural de la Junta, de la empresa que ha ganado, por tercera vez consecutiva, el concurso de adjudicación, Gestión Cultural y Comunicación; las investigaciones por supuestos pagos dobles por obras de la colección, las semanas de cierre del centro por los absurdos retrasos en la licitación (con el consabido paro de sus trabajadores y del restaurante y librería adjuntos)... Y el remate: para evitar una posible demanda, el Consistorio no puede ya llamar CAC al CAC, ya que la marca fue registrada por el propio Francés. Alcalde, hay que meterle mano a este desaguisado cuanto antes, porque es un hazmerreír.

03 Sectores desamparados: la música

Evidentemente no hay dinero para todo, y en Málaga los huevos culturales (perdón) se han puesto todos en la cesta museística, pero urge buscar una cierta redistribución, porque hay materiales de la cultura que han quedado en serio desajuste. Contemplen, por ejemplo, el panorama de festivales musicales de la provincia malagueña, con los imponentes Mare Nostrum Castle Park (Fuengirola), Starlite (Marbella) y Weekend Beach (Torre del Mar) como grandes estandartes y comparen con la oferta estival de la capital (y eso que el Terral de este año del Teatro Cervantes ha recuperado dignidad, aunque se repitan tantos nombres de otras temporadas). Vamos, que a la capital en este asunto le han comido la tostada. Faltan ideas y chispa en las propuestas más, digamos, juveniles, está claro; faltan acontecimientos de ésos que paralizan una ciudad. Y, sí, muchos sectores, especialmente el de la escena y la música, se han sentido bastante desamparados y discriminados. Con razón.

04 La cultura participativa

Decíamos al principio de estas líneas que quizás el principal desafío cultural del Ayuntamiento en los próximos años será el de la cultura participativa, involucrar al ciudadano como agente cultural de primer orden más allá de ser espectador y pagador (con sus impuestos) de las obras maestras de los museos sufragados por la municipalidad. Y ahí jugará un papel definitivo Distrito 6, el proyecto ubicado en la antigua Prisión Provincial, en Cruz de Humilladero, que pretende ser «un centro de expresión creativa y producción local» (ideado a imagen y semejanza del popular Matadero madrileño). Pero falta: se prevé que esté definitivamente operativo en 2025. Mientras tanto, viveros escénicos como Factoría Echegaray y el aperitivo del Festival de Málaga. Cine. Urge lanzar paraguas de iniciativas similares para que los malagueños no se sientan meros espectadores de la cultura de su ciudad o, peor, los que pagan los cuadros que ven los turistas. Sí, sé que puede sonar ridículo al referirnos a una ciudad, la nuestra, que ha optado por pagar grandes nombres y marcas para su propio boom cultural rápido, pero, créanme, los señores que nos prestan los cuadros se irán en algún momento y nos quedaremos los de siempre. Esperemos que para entonces nos hayamos dotado de las herramientas suficientes para ingeniar nuestro propio futuro cultural.

05 Impulso al Auditorio

El año pasado, una plataforma ciudadana en pos del Auditorio puso de nuevo en primera página la conveniencia de la infraestructura en Málaga. El alcalde, Francisco de la Torre, cogió rápidamente el guante, especialmente porque entonces la Junta estaba regida por el eterno rival, el PSOE. Ahora, con los gobiernos local, autonómico y supramunicipal en sintonía cromática no debe olvidar su entusiasmo por el palacio musical (aunque tenga que contagiárselo al presumiblemente socialista Gobierno nacional, la otra pata de esa mesa de cuatro que es el consorcio del Auditorio). Lo cierto es que alguna infraestructura más potente debe tener esta Málaga cultural si quiere aspirar a acoger citas de cierta potencia. El Teatro Cervantes ya se ha quedado pequeño para una ciudad con, al fin, unas ambiciones culturales mucho más exuberantes. Un punto que, por cierto, nos lleva al siguiente asunto.

06 Sevilla y la cultura del escaparate

Tras la machada cultural malagueña de los últimos años, Sevilla ha optado por la cultura del evento, de las grandes citas y fiestas culturales, acogiendo, sólo en el ámbito cinematográfico, la ceremonia de los Premios del Cine Europeo y la última gala de Premios del Cinelos Premios Goya (segunda ocasión en la que salieron de Madrid). Málaga, única ciudad con un festival dedicado durante años por entero al cine patrio (ahora conchavado con el latinoamericano), pronto pidió vez en la cola de interesados. Ni el Palacio de Ferias ni el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena son los enclaves más adecuados para una noche así. Un auditorio sería lo más apropiado, mejor escaparate para la cultura del escaparate. Dicen los que saben de estas cosas que necesitamos como el comer una especie de, entiéndanme, Royal Albert Hall (Londres) o Parco Della Musica (Roma); espacios de espíritu libre (que acogen desde recitales de rockeros como, por ejemplo, Steven Tyler a óperas, y citas más o menos socioculturales) y polivalente.