Dice Zenet que para componer La guapería ha hecho «arqueosofía», un «ejercicio intelectual» que le ha llevado a pasarse horas y horas ante Spotify y en el archivo de Gladys Palmera (con 100.000 vinilos digitalizados) escudriñando entre viejos y desconocidos boleros cubanos. El resultado lo presenta entre los suyos, los malagueños, en el Teatro Cervantes. Zenet es uno de los seleccionados por el templo de la calle Ramos Marín para su festival veraniego, Terral, centrado cada vez más en las músicas de raíz. La cita con La guapería, el próximo 28 de junio.

¿Qué sentido tiene hacer viejos boleros en este siglo XXI de consumos acelerados?

Vivimos en una sociedad muy moderna, pero también existe el slow food, el turismo rural, las ganas de disfrutar de las cosas lentamente. En mis conciertos, además, viene gente de varias generaciones. Una vez di gracias a unos padres por traer a su hija y me dijeron que había sido ella quien les había descubierto a Zenet a través de las redes.

¿Y si el «slow food», lo rural y lo lento es solo una moda?

Es posible, pero recuperar los buenos valores es necesario. El ser humano, en general, es listo y cuando hay mucho de una cosa la armoniza con otra.

El bolero fue un género ultrapopular en España, pero usted ha tenido que hacer «arqueosofía» para recuperarlo.

Fue el pop de una época, la música masiva de su tiempo. Pero así como hay música masiva que desaparece como un papel al que le prendes fuego, hay otra que por su estructura puedes seguir consumiéndola durante mucho tiempo. Seguimos siendo deudores de esa estructura del bolero, esa estrofa-puente-estribillo, que comienza en notas menores y pasa a mayores. Igual que pasa con los Beatles o con las grandes músicas americanas como el soul y el R&B.

Por cierto, los Beatles versionearon el «Bésame mucho» en una maqueta.

Claro, porque es una estructura muy apetecible para los artistas del pop. Igual que es muy apetecible jazzear, tumbar un solo de piano de bolero hacia el jazz.

¿Le ha faltado al bolero una figura que la actualizara como hizo Camarón con el flamenco,?

Estamos nosotros, no nos hace falta nadie más. Aquí se ha hecho el bolero gitano, el Príncipe, cualquiera puede coger el género y llevarlo a su propio terreno.

¿Lo suyo con el bolero es un ejercicio de amor o de nostalgia?

Más de amor, y en este caso muy intelectual. Parte de la base de un jugueteo, de un divertirse, pero una vez pasado ese impulso has de ponerte las pilas para no hacer una cagada que acabe sonando como un bolero de hotel. Si un artista no aporta nada, mejor que se quede en casa.

¿Usted qué ha aportado?

Mi filtro, hacer las cosas como yo las hago, no parecerme a nadie. Yo siempre he dicho que esto es como hacer un papel.

De hecho, además de músico es actor. ¿Ha actuado en «La guapería»?

Tú tienes una parte bolerística, igual que la tienes de bueno, de malo, de indio o de cowboy, y lo que tienes que hacer es sacar esa parte.

Canta de forma bastante comedida, todo lo contrario a lo que se enseña en las academias televisivas.

Eso que dicen los ingleses que menos es más lo he ido aprendiendo con el tiempo. Yo era un cantante muy exagerado y he ido dándome cuenta de que la emoción, cuando se contiene y se da en píldoras pequeñas, es mucho más agradecida. Me ocurre interpretando música y también como actor en la serie que acabo de grabar: una forma de abrocharte la camisa o de tirar ceniza a un cenicero pueden marcar un personaje. Eso lo he aprendido con los años.

¿Cantar boleros le ha hecho cantante de boleros a Toni Zenet?

No, y de hecho en el próximo disco voy a meterme en un mundo totalmente distinto. Soy juguetón y me parece que si en una vida no abarcas muchas cosas te vas a quedar muy monocorde. Ya te contaré...