Para Leo Farache, autor de los libros 'Los diez pecados capitales del jefe' y 'Gestionando adolescentes', la clave para una buena comunicación interior es reconocer el poder que tienen las palabras que nos decimos.

En su nueva obra, 'El arte de comunicar- Manual de uso del lenguaje positivo' (Editorial Almuzara), Farache ensalza el valor del lenguaje en las relaciones con los demás y con uno mismo. "Debemos tener plena consciencia de las consecuencias que nuestro lenguaje interior tiene para nuestro bienestar", asevera.

PREGUNTA. Tras las elecciones, parece que todos los políticos han ganado, pocos son los que reconocen sus errores. ¿Cree que hacen un mal uso del lenguaje positivo?

LEO FARACHE. Los políticos utilizan patrones, códigos comunes entre ellos, especialmente entre los partidos de derecha. Arengan a sus partidarios con mensajes vacuos pero que ellos consideran y, probablemente lo sean, eficaces. Rivera anima a sus seguidores con un ¡Vamos! afectado, con gestos hiperbólicos que están alejados del sosiego, la más primaria intelectualidad. Algo parecido le sucede a Casado que anima a la remontada como si de un equipo de fútbol que ha perdido una eliminatoria se tratara. Justifican sus malos resultados con mensajes que saben que sus seguidores repetirán porque muchos de ellos no quieren pensar, solo quieren tener un mensaje al que anclarse para poder utilizar en sus conversaciones domésticas. Pablo Iglesias ha sido más comedido, pero también ha utilizado una referencia que él sabe sobradamente que no tiene sentido: la de haber mejorado la previsión de las encuestas."Rivera anima a sus seguidores con un ¡Vamos! afectado con gestos hiperbólicos, alejados del sosiego"

A muchos nos resulta llamativo y decepcionante que los políticos intenten jalearnos con mensajes de tan poca calidad, tan pobres. Pero ellos creen que hay un número suficientemente importante de ciudadanos que necesitan ser estimulados de esta manera, viviendo la política desde una pasión exacerbada, enunciando falsedades que después no van a comprobar.

P. Todos conocemos la premisa de 'La verdad duele': ¿Cree que esto justifica que una persona pueda ser brusca o grosera en pro de la verdad?

L.F. Quizás lo primero que habría que preguntarse ¿cuál es la verdad? Algunas personas enarbolan "su verdad" como la "única verdad" y, efectivamente, pueden dañar a su interlocutor exponiendo una verdad que para la otra persona pudiera resultar inconveniente. Podría ocurrir, en cambio, que esa verdad sea muy conveniente para el receptor del mensaje, pero este la tome como un insulto, un ataque hacia su persona. Si, por ejemplo, le decimos con mucha amabilidad a una persona que estimamos y con la que creemos tener suficiente confianza que le huele mal el aliento quizás pueda tomárselo mal. Otros, en cambio, agradeceremos esa información para poder actuar en consecuencia. La brusquedad y grosería verbal objetiva - sea para decir una verdad o para lo que sea- son utilizadas por personas que no saben comunicar, tienen escasez de recursos y los sustituyen con esa violencia verbal.

P. Si intentamos corregir a alguien desde un lenguaje amable, ¿le estamos creando una falsa percepción de sí mismo?

L.F. Intentar ayudar a una persona en su desempeño desde la amabilidad es lo conveniente. Esa amabilidad no tiene porque ser meliflua, débil. En ocasiones el médico necesita ser tajante, duro, asertivo con su paciente para que este entienda el alcance, la importancia de su diagnóstico y recomendación. Lo mismo puede ocurrirle al jefe, a la madre o padre o a cualquier persona que pretende corregir un comportamiento que le parece inadecuado y observa que su interlocutor necesita un tono más firme, que pudiera parecer despojado de amabilidad.

P. ¿A qué personaje público le recomendaría su libro para mejorar sus dotes de comunicación?

L.F. Supongo que los personajes públicos que más necesitarían ser artistas de la comunicación son aquellos que no resultan creíbles, producen rechazo en una gran parte de la ciudadanía, su mensaje no llega a conectar con los que se supone que son los destinatarios. Hay personas que creo que han tomado decisiones equivocadas en la forma de comunicarse o quizás estén mal asesoradas. Entre los políticos Pablo Casado y José María Aznar se llevan la palma. Carmen Calvo ha cometido torpezas comunicativas impropias de una política con tantos años de experiencia y tiene, en ocasiones, un estilo arrogante que creo que no ayuda al propósito del Gobierno. Entre los directivos hay muchos de ellos con dificultades para trasladar con eficacia su mensaje y algunos de ellos resultan sorprendentes como es el caso de Juan Luis Cebrián, ex presidente de Prisa. A mí me produce rechazo, quizás sea algo personal, la forma de comunicar de Florentino Pérez porque no estoy de acuerdo con lo poco que sé de su filosofía de ver la vida."Carmen Calvo ha cometido torpezas comunicativas impropias de una política con tantos años de experiencia"

P. ¿Cuáles son las claves para realizar una buena comunicación interior?

L.F. La clave más evidente es reconocer el poder que tienen las palabras que nos decimos. Es decir, aflorar nuestra condición de comunicadores con nosotros mismos. Una vez que tenemos plena consciencia de las consecuencias que nuestro lenguaje interior tiene para nuestro bienestar, es ponerse a trabajar. Pensar, reflexionar, mejorar nuestra autoconfianza. Propongo el método de José María Gasalla que sugiere que la autoconfianza se construye a través de 5 pilares (5 A's): Autconcepto, Autoestima, Autocrítica, Autoeficiencia, Autodisciplina.

P. Durante la adolescencia parece complicado que padres e hijos se entiendan. ¿Cómo se puede conectar con los jóvenes?

L.F. Con paciencia, escucha atenta, buenísimas e inteligentes preguntas, humor, empatía y sentido común. La madre o padre de adolescente que esté leyendo estas líneas solo debe aplicar estos seis elementos y preguntarse de forma continuada si los está aplicando y descubrir áreas de mejora. Sin parrafadas, sin frases incoherentes, egoístas, sin avasallar preguntando mil veces lo mismo. Hay madres y padres que parecen tontos cuando hablan con sus hijos adolescentes. O porque ponen una voz con la que se hablaría a una mascota o porque dicen cosas que no soportan un análisis de sentido común primario."Se puede conectar con los jóvenes con paciencia, escucha atenta, buenísimas e inteligentes preguntas, humor, empatía y sentido común"

P. En el camino de ser padre hay quien opta por leer múltiples libros y otros que, simplemente, deciden hacer caso a su instinto. ¿Cuál recomienda?

L.F. En esta ocasión voy a dar una buena recomendación que, además, es una recomendación interesada. Creo que lo mejor es suscribirse a la plataforma Gestionando hijos. Tiene muchos vídeos de alto impacto creados por los más importantes expertos educativos. Es como tener muchos libros en un solo sitio y consumiendo menos tiempo. El lenguaje audiovisual nos permite memorizar más rápidamente, ser más eficaces en el aprendizaje. Y recomiendo un libro... 'Padres brillantes, maestros fascinantes' de Augusto Cury.

P. ¿Qué frases no deberíamos decir nunca a nuestros hijos?

L.F. Un montón de ellas que decimos muchas veces. Podría escribir un libro con ellas, quizás lo haga algún día. Pongo tres ejemplos: "Si apruebas te doy...": nuestro reto es conseguir que nuestros hijos sepan que tiene unas obligaciones, un compromiso y deben encontrar un sentido a lo que hacen; "Me he sacrificado mucho por ti" o cualquier expresión de chantaje emocional. Además de ser una falta de educación, cortesía, es una acción muy fea con nuestros hijos; "Cuando seas mayor, sabrás lo que te digo": que es lo mismo que decir, eres un ignorante, no mereces que te lo explique, estás en un mundo irreal.