En el pequeño ámbito de la clásica malagueña, hay un dicho monterrossiano: "Cuando Beethoven estrenó La Novena, Juan Carlos Ramírez todavía estaba aquí". Lo cierto es que es muy difícil (¿imposible?) encontrar en Málaga a alguien que lleve 20 años en un cargo como el de la gerencia de la OFM. Por eso, para muchos, la huelga de hoy de la Filarmónica es, en realidad, el pulso definitivo de los músicos con Ramírez. Porque este paro es el nuevo compás en una partitura maestosa, llena de turbulencias.

A lo largo de estas dos décadas de trabajo de Ramírez ha habido muchos baches, muchos desencuentros con los profesores que ocupan os atriles de la orquesta malagueña. Recordemos cuando, en 2015, en plena crisis económica, los músicos protestaron contra la amortización de las plazas de los músicos que se jubilaban y presentaron un plan de viabilidad propio; el gerente respondió con una misiva dirigida a la Asociación de Amigos de la OFM repleta repleta de ataques velados a los instrumentistas: "Algunos músicos de la Orquesta Filarmónica de Málaga están tristes, desolados. Se han debido de enterar ahora de la existencia de una crisis económica que dura más de cuatro años". Pero, sin duda, lo que peor sentó en los atriles fue esta frase de la misiva, para referirse a una supuesta actitud egocéntrica de los músicos: «Quizás uno de los problemas es que tenemos demasiados espejos en la sala de ensayos».

Fuentes cercanas a la OFM aseguran que muchos de sus músicos están "desmotivados y cabreados", que están hartos de tener que luchar por que las condiciones de temperatura y luminosidad en los ensayos sean las óptimas para luchar por su trabajo, que no entienden por qué no participan en más conciertos al margen de la temporada de abono (aún duele el caso del recital por la Cruz Roja en la Diputación de 2014: aprobado por el Consorcio pero finalmente vetado por Ramírez)...

Por su parte, el gerente siempre ha optado por los criteriores de racionalización de recursos (al fin y al cabo, su formación es económica) y ha reflexionado en voz alta, formulándose preguntas como la siguiente: ¿habría que mantener la plaza de un músico que en una temporada sólo va a participar en un par de conciertos?

En fin, posiciones enconadas que llevan años en modo calma chicha. Quizás el finale de todo esto empiece hoy mismo, con la catarsis de la huelga.