Usted que es la reina del blanco y negro....

No, no lo soy, porque cuando empecé con la fotografía digital no me quedó más remedio que utilizar el color. Hay un culto en Venezuela a María Lionza, lo llaman el baile en candela, con un momento impresionante cuando atraviesan una alfombra de fuego: se sientan encima del fuego, se lo comen, juegan con los troncos... y apagan las luces. No se puede utilizar el flash porque están en trance pero yo quería dejar documento de ese momento y no podía hacerlo con mi cámara de blanco y negro. Entonces me compré una camarita digital y probé, y la verdad es que funcionó muy bien. Y a partir de ahí, en 2006, empecé a trabajar en color. Aún tengo películas en blanco y negro en la nevera, que imagino están ya pasadas de fecha, y ahora estoy trabajando en color, pero tengo tanto trabajo en blanco y negro que cuando quiero incluir alguna fotografía más, para que no desentone la paso a blanco y negro.

Porque ha retratado España en blanco y negro. ¿Se la imagina en color?

Bueno, hice un trabajo. El otro día se cumplieron 30 años de España oculta y estuvimos hablando de ello. Hubo trece ediciones del libro, se vendió bien y el editor decidió que lo hiciéramos en color y en el 93 salió España, fiestas y ritos, otra versión diferente porque en España oculta fui muy libre de hacer lo que yo quise y en este intenté respetar más la fiesta. España oculta es más un asombro ante España; el otro son fiestas y ritos, todo a color.

¿Y ahora cómo ve España?

La situación que vivimos no tiene nada que ver con eso porque puede haber mucho colorín y mucha tragedia. Creo que España vive una situación muy difícil, de desencanto, de haber atravesado una crisis excesivamente larga y haber perdido la confianza en los políticos ante tanta corrupción. Si tuviera que fotografiar España en estos momentos lo haría en color. Empecé a trabajar en España oculta en el año 73 y ahora la haría en color.

¿No piensa volver al blanco y negro?

Sí, ¿por qué no? Depende del trabajo que vaya a hacer. Hay cosas que no las concibo en color, como otras no veo en blanco y negro. Estudié pintura y valoro mucho el color, pero el color puede distraer. El blanco y negro es más poético, más misterioso, la fotografía tiene que ser muy buena para que se sostenga; con el color ya tienes un elemento que te está ayudando. Si yo tuviese que elegir, como dice el fotógrafo Alan Harvey, tendría el alma dividida.

¿Le costó ser mujer fotógrafa o nadie le prestaba atención a la España rural entonces?

Fotógrafas no eramos muchas. Realmente esto fue un poco de locura, de deseo de aprender, de ganas de contar, de saber que España iba a cambiar. Y había de todo: compañeros que se reían de mí y me miraban muy por encima del hombro, otros que fueron buenos compañeros, y otros que pensaban que no iba a durar más de dos años y decían: «Ya se cansará». Y llevo casi 50 años. Y en los pueblos no era como ahora, no había tanta televisión, la idea de la reportera no la conocían ni sabían quién era yo, me confundían con todo, sobre todo pensaban que era una vendedora, porque iba cargada y preguntaba mucho. De esa época recuerdo la falta de información, la falta de libros especializados, las malas carreteras, las malas comunicaciones. Yo viajaba mucho, como daba clases salía los fines de semana, las fiestas, los puentes y las vacaciones a fotografiar. Así es como he ido haciendo mi trabajo. Ahora que estoy jubilada le dedico mucho tiempo a la fotografía y el trabajo que generas es mucho.

Y ése es el problema.

El problema es que en un día puedes hacer 4.000 o 6.000 fotos pero al editarlas hay que ir una por una, es complicado elegir y la buena foto es difícil de encontrar. No puedes dar a la gente tantas imágenes, hay que concretar y esa es una tarea muy laboriosa. La tarea bonita es la de ir a la aventura, la de encontrarte con la sorpresa en algún sitio al que estás deseando ir, de mezclarte con la gente y no saber qué va a suceder, de que no escape nada, no darte por vencida ni por cansada. Yo tengo demasiadas imágenes que no he podido ver todavía. Hay unos once años de trabajo que solo he visto por partes y esa es la tarea que me queda hacer ahora, para completar trabajos a medio cerrar y abrir otros nuevos.

¿Se considera fotógrafa de lo cotidiano?

No de lo cotidiano, porque las fiestas son sucesos extraordinarios para la vida de la gente. Pero sí que dentro de esta situación extraordinaria está la vida de las personas: la mamá que da de comer al niño, el niño que se escapa, el otro que juega, la familia que va de peregrinación, que intenta divertirse o va con sus penas en busca de un consuelo. Yo intento fotografiar cuanto puedo y quizás el pretexto es la fiesta porque es cuando todo el mundo sale a la calle. Y es también una forma más directa de estar en contacto con la gente, no tengo que irrumpir en sus casas.