Si algo caracteriza la carrera de John Debney es su versatilidad: ha compuesto para todo tipo de películas, géneros y directores, y siempre con ese oficio, ingenio y frescura que tienen los verdaderos pros. Spider-Man, Mowgli, Iron Man y Bob Esponja saben lo que es vivir dentro de la música del músico de Glendale. Recibió una nominación al Oscar por su emotivo trabajo para La Pasión de Cristo, un trabajo muy importante para Debney (es un devoto cristiano) y, a la postre, la obra maestra de su trayectoria. De momento.

Suele decir que quiere sorprender, no limitarse a una únicaaproximación al arte de la banda sonora. Debe de ser algo muy difícil en un trabajo como el suyo, basado casi por entero en encargos, en proyectos que son las visiones personales de directores, productores, etc.

Es cierto que mi trabajo es interpretar la visión creativa del director y crear la música que representa sus intenciones pero a mí me gusta encontrar la forma más interesante y personal de enfocar las bandas sonoras.

El gran Luis Buñuel dijo: «Personalmente, no me gusta la música en las películas. Lo encuentro un truco, algo vil». ¿Cómo refutaría este argumento?

La música es un aspecto muy importante en la experiencia cinematográfica. A mí la mayoría de los directores con los que he trabajado me ha dicho que para ellos el 50 por ciento de la experiencia en un filme es la música.

Luego está el otro extremo, el representado por otro director español oscarizado, José Luis Garci, quien una vez dijo: «Mi primer beso me decepcionó. No escuché los violines que siempre suenan en los besos de las películas». ¿Cree que es la prueba de que la música tiene más parte del crédito que se le asigna en eso que se ha dado en llamar la magia del cine?

Yo diría que sí... Aunque cuando alguien encuentra el verdadero amor siempre suenan violines...

¿Cree que compondrá vez una banda sonora tan personal para usted a tantos niveles como La Pasión de Cristo?

La Pasión de Cristo es un score extremadamente importante para mí. Mel [Gibson, director del filme] me hizo buscar muy dentro para traer esa música al mundo. Fue un reto, todo un desafío y también uno de los trabajos más satisfactorios y que más recompensas me ha traído. La película y su música parecen haber tocado a millones de personas en todo el mundo, y eso es algo por lo que estar muy agradecido.

Dicen que Mel Gibson lloró mientras escuchó por primera vez la banda sonora que usted había compuesto para sus imágenes.

Hubo un momento, cuando Mel escuchó por primera vez Mary's Theme, en el que los dos estábamos llorando. Creo que le afectó profundamente la voz de nuestra maravillosa Lisbeth Scott. Yo también me sentí muy emocionado, conmovido por la belleza y el pathos de la interpretación de Lisbeth. Y se terminó convirtiendo en el tema principal de la película.

Muchos recuerdan su trabajo para La isla de las cabezas cortadas, incluso más que la propia película, que fue uno de los grandes fracasos del Hollywood de su época. ¿Cómo se siente cuando la banda sonora que ha compuesto para una película recibe más halagos que el filme en sí?

La isla de las cabezas cortadas fue una oportunidad tremenda en una primera fase de mi carrera. Siempre le estaré agradecido a Renny Harlin por arriesgarse y contratar a un joven como yo entonces para el trabajo. Nos divertimos muchísimo grabando ese score y destaca como una de las grandes aventuras de mi carrera. Además, la interpretación de la London Symphony Orchestra todavía me hace estremecer.

¿El compositor debe estar siempre al servicio del filme o puede imponer su estilo personal? ¿Se pueden combinar versatilidad y personalidad?

Para mí, lo primero siempre, lo más importante es servir a la película. Sería difícil para mí imponer mi estilo en una película. Prefiero que el filme me diga algo, me hable al corazón y entonces encontrar ese lenguaje único que expresa la historia de que se trata.

Sin decir nombres ni títulos, si lo prefiere... ¿Ha trabajado en una película que no le importara o, directamente, no le gustara?

Debo enamorarme de cada película en la que trabajo. Debo encontrar un personaje o una línea de la historia que me hable directamente al corazón. Si consigo eso, siempre doy lo mejor de mí mismo.