La joven artista austriaca Katharina Fitz fue becada en 2015 por La Térmica, dentro de su estimulante programa Creadores, para realizar aquí, entre nosotros, una obra propia. Buscaba inspiración, un tema, un motivo, cuando alguien le sugirió visitar barrios con solera de la capital, como Pedregalejo y El Palo. Meses después presentó una serie de fotos bajo el título de Paracosmic Houses, que está haciendo, cuatro años después, bastante ruido en el mundo del arte. Y lo hace ahora porque el leitmotiv de estas instantáneas es uno de los debates del aquí y el ahora de todo el mundo: el turismo y sus consecuencias sobre las poblaciones y sus sociedades, sobre las esencias, las tradiciones y lo que somos (¿o éramos?).

Paracosmic Houses es una veintena de fotomontajes: la artista tomó una hilera de casas de Pedregalejo y separó cada vivienda, para denunciar cómo espacios singulares, carismáticos están sufriendo un proceso de despersonalización. «Quería ilustrar la pérdida parcial del sentido de comunidad del pueblo pesquero a través de las fachadas aisladas de su entorno, presentadas como viviendas individuales. Mi objetivo era visualizar el carácter de cada casa convirtiéndola en protagonista dentro de la propia imagen», subraya a Traveler.es Katharina, una de las muchas entrevistas que ha concedido para hablar del proyecto a publicaciones nacionales e internacionales. Las imágenes de Fitz convierten las casas típicas de Pedregalejo en iconos, tótems de la supervivencia de una manera de vivir y hacer las cosas; casas solitarias, resistiendo los envites del tiempo, las modas, los cambios... «El aislamiento visual de estos pequeños edificios refleja la pérdida parcial del sentido de la comunidad de la zona», reflexiona la creadora austriaca.

Ha tenido que ser una extranjera, una turista más, la que ha dado con la tecla del proceso en el que está inmersa Málaga. «El área alrededor de los barrios se ha convertido en una zona atractiva de turismo. Hoy Pedregalejo y el Palo son una interesante mezcla entre larga tradición marinera y barrio chic. Este contraste entre tradición y artificialidad turística me ha inspirado especialmente a la hora de realizar el proyecto. Por un lado la transformación ha disminuido los valores de la cohesión de la comunidad dentro de los antiguos barrios de pescadores, pero por otro lado el cambio ha contribuido mucho al desarrollo económico de la zona», asegura.

Katharina Fitz, al reflejar casas tan únicas y personales, lanza un mensaje de cierto optimismo (el turismo de masas no ha podido del todo con nuestra esencia) y, además, nos anima a que reconstruyamos nuestra singularidad a partir de estos iconos, de estos auténticos héroes contra la uniformización y la artificialidad de un entorno cada vez más diseñado por y para el turismo.