El género de la vanitas, que alude a la vacuidad con la que frecuentemente se olvida la finitud de la vida, ha inspirado durante siglos a poetas y artistas, también a Pablo Picasso, que está acompañado de otros autores como Rembrandt, Goya o Durero en una exposición sobre este tema inaugurada en Málaga. La columna vertebral de la muestra presentada ayer por la Fundación Picasso, con sede en la Casa Natal del artista, es el libro de Paul Reverdy 'Le Chant des morts' (El canto de los muertos), que el creador malagueño ilustró con 125 litografías en un color entre el rojo y el naranja.

«Es un libro realmente espectacular que podía dialogar muy bien, en este caso por un contraste muy acusado, con otras obras del mismo género de la vanitas», afirmó el director. La vanitas es una categoría particular de bodegón, de alto valor simbólico, transmitiendo mensales como la inutilidad de los placeres mundanos frente a la certeza de la muerte.

Esos poemas se escribieron en torno a 1945, el último año de la Segunda Guerra Mundial, y como su propio nombre indica, suponen «un canto a los millones de muertos que hubo no solo en esa guerra, sino también en la Primera Guerra Mundial». Como apunta Mario Virgilio Montañez, uno de los comisarios, durante la Segunda Guerra Mundial «había muerto Max Jacob, gran amigo de Picasso, quien fue su padrino de bautismo cuando se convirtió del judaísmo al catolicismo», y el artista lo tenía «muy interiorizado como ejemplo del hecho terrible de la guerra y le animó a ilustrar el libro, que es también un homenaje a Jacob».

Picasso abordó este trabajo «de una manera muy especial, porque no ilustró de forma autónoma los poemas, sino que intervino directamente encima de la caligrafía de Reverdy», añadió Luna.

Pese a la temática de la vanitas y al momento histórico, el artista intervino «de una manera paradójicamente alegre, utilizando una especie de nuevo alfabeto en unos tonos naranjas muy vitalistas».

Este libro ilustrado pertenece a los fondos de la Fundación Picasso gracias a lo que fue la primera donación a la ciudad de Málaga por parte de Christine Ruiz-Picasso, nuera del pintor, que años después sería junto a su hijo Bernard la gran artífice de la creación del Museo Picasso de Málaga. Las obras expuestas proceden de la colección de la propia Fundación Picasso y de la Biblioteca Nacional de España, e inicialmente asumió el comisariado de la exposición Carlos Alberdi, a quien como «experto conocedor» de los fondos de dicha institución se le pidió «que hiciera una cata en esos fondos para buscar obras que se pudieran poner en diálogo». Posteriormente, al incorporarse Alberdi al equipo del ministro de Cultura, José Guirao, la labor de comisariado fue completada por Mario Virgilio Montañez y por José María Luna.