Charles Lloyd, Hans Petter Molvaer, Antonio Sánchez, Charles Tolliver, Kenny Barron, Ernesto Aurignac, Andrea Motis... La nómina de artistas de la cita del Teatro Cervantes con la música más libre de todas es variada, aquilatada, de carácter. Desde sonidos más tradicionales hasta las variantes más abiertas a las nuevas tendencias, el aficionado tiene motivos para la alegría

Charles LloydEl sueño de un pacifista(8 de noviembre)

«Sueño con un mundo lleno de paz y la música es el mejor medio que tengo para trabajar en ese sueño. Cada vez que tengo la oportunidad de tocar, es una ocasión para contar la verdad». Son palabras de Charles Lloyd, un totémico saxofonista que, a sus venerables 81 años, sigue soplando a pleno rendimiento. Su visión de la música, global y espiritual, extática y serena, tan ECM como Blue Note, ha sido capital para que el jazz abandonara cierta impenetrabilidad y fuera permeable a influencias no Occidentales y de géneros. Para tener una idea de su actitud aventurera: su última referencia discográfica es su reunión con The Marvels, una banda entre el jazz y la americana con la gran trovadora country Lucinda Williams.

Antonio SánchezPercusionista multitarea(9 de noviembre)

Hablando de talentos singulares, el del percusionista Antonio Sánchez. Un tipo capaz de hacer él solito en su estudio casero un disco, bandasonorizar una película de Hollywood (Birdman, de Iñárritu), de ejecutar con solvencia el jazz contemporáneo, inspirado por la electrónica, y el postbop de la línea cañera... Pat Metheny, Chick Corea y Miguel Zenón, entre muchos otros gurús, han confiado en sus servicios percusivos pero él no se conforma con ser sidemen: sus discos al frente de Migration son celebraciones de los placeres de la exploración musical.

Charles TolliverMás que para connoisseurs(5 de noviembre)

Charles Tolliver es uno de esos nombres que parecen sólo conocer los connoisseurs más recalcitrantes, pero su trayectoria merece mucho más: empezó como protegido de Jackie MacLean, junto a quien articuló una trompeta clásica, muy musical y fluida, pero pronto voló a su aire, siendo, además, uno de los primeros músicos de jazz en lanzar su propio sello discográfico.

Kenny BarronHistoria viva(7 de noviembre)

¿Qué escribir sobre Kenny Barron? Una leyenda de las blancas y negras, sin duda, que ha tocado para Ella Fitzgerald y Dizzy Gillespie, entre muchos otros. Su piano, limpio y lleno de swing (nunca pierde la oportunidad para homenajear a su gran maestro, Tommy Flanagan), tiene ese sonido tan diáfano como robusto tan caro de oír ya. Sus recitales, especialmente los que, como el del Cervantes, son en solitario, sin banda detrás, resultan auténticas lecciones de historia del jazz (Barron es uno de los grandes profesores de su instrumento en diversas escuelas), gracias a los que muchos se han aficionado al género.

Hans Petter MolvaerAl jazz por la electrónica(10 de noviembre)

Hans Petter Molvaer lo vio claro hace más de veinte años: la música electrónica y el jazz tienen mucho en común, y publicó uno de los álbumes seminales a partir de ese diálogo, Khmer, en ECM. Y en esa particular tercera vía sigue el trompetista noruego.

Ernesto AurignacNuevo viaje por el cosmos(6 de noviembre)

El saxofonista malagueño Ernesto Aurignac es uno de los fijos del Festival de Jazz. En esta ocasión estrenará Pluto?n, un nuevo universo compositivo inspirado en los sonidos del cosmos, una especie de «viaje acústico interestelar» con influencias jazzísticas impresionistas y expresionistas a las que dota de una instrumentación única, dicen desde el Teatro Cervantes. Habrá que acudir para comprobarlo, habida cuenta del interés de todos los proyectos de Aurignac.

Andrea MotisCon el aval de Impulse!(11 de noviembre)

La cantante y trompetista barcelonesa Andrea Motis acude al Teatro Cervantes con su quinteto y el repertorio de Emotional dance, su debut en solitario. Si no le suena el nombre de Motis, sólo comentar que es el legendario sello discográfico Impulse! el responsable del lanzamiento del citado disco. Aval más que suficiente para acercarse con interés y curiosidad suficientes a escuchar lo que la garganta de la catalana diga.