El primer día que entró de prácticas en el antiguo manicomio del Hospital Civil, en 1975, Paco Durán recuerda que echó zotal, ante la suciedad que había. «En aquella época no había limpiadora, eran los propios usuarios los que limpiaban, y además con hojas de palmera», comenta. Con la reforma psiquiátrica y pasados unos años, a este inquieto enfermero malagueño especializado en salud mental le tocaría desmantelar el manicomio del Civil y abrir la puerta a otro tiempos.

Hace algunos años, en una conferencia a la que asistió oyó hablar de arteterapia. «Vi que había evidencias científicas de la mejora y recuperación de estas personas gracias a ella», explica, así que Paco Durán, que ya realizaba todo tipo de talleres con enfermos mentales, decidió probar con la terapia del arte, con el aval además de que, en su juventud, había estudiado Arte Dramático. «Estudié con Antonio Banderas o él conmigo», ríe.

Tras un taller de cine, y otro de musicoterapia en el Civil, el siguiente salto fue pasar a los museos de Málaga, con talleres de arteterapia de cuatro meses, para personas con trastornos mentales graves.

El Museo Carmen Thyssen, la Casa Natal de Picasso, el Museo de la Aduana.... «Estudié la literatura de la arteterapia e hice un guión adaptado al grupo», resume.

El 'más difícil todavía' se ha producido ahora en el Museum Jorge Rando, con un taller de dos horas semanales dentro del museo, que por vez primera ha durado un curso entero. El pasado viernes, el fin de curso fue la inauguración de una exposición con una veintena de cuadros hechos por los nueve integrantes del taller.

Como curiosidad, cuenta Paco Durán, los asistentes también han realizado un busto del propio Jorge Rando, que han regalado al artista.

«El objetivo de esto es vencer el miedo al no saber hacer. A priori, todo el mundo 'no sabe hacer nada' y al final acabamos exponiendo una obra de arte de cada uno, en un museo abierto al público», cuenta.

De la parte artística se ha encargado Jerónimo, un voluntario del Museo Rando pero también ha dado una clase magistral Jorge Rando, que les animó a pintar el mar de Málaga.

La parte terapéutica

Y como no ha sido solo un taller artístico, de la parte terapéutica se ha encargado Paco Durán, que en el curso abordó aspectos como el grupo y su fortaleza, el individuo, la personalidad, las emociones o la inclusión. Además, siempre participa en el grupo el llamado agente de ayuda mutua, una persona estabilizada desde el punto de vista psicopatológico pero que «ha sufrido la enfermedad de verdad y lleva una vida normalizada», para así servir de «traductores» con los usuarios.

Cuando le preguntan por los resultados de esta terapia con pinceles, al enfermero malagueño se le humedecen los ojos. «La gente que sufre se le nota en la cara y después de los talleres, lo que aparece es la sonrisa, se va viendo cómo el rictus cambia y se consigue con esto». La arteterapia funciona.