Un impulso es un deseo que induce a hacer algo de forma súbita, sin reflexionar, una acción que la bailaora Rocío Molina ha realizado con su performance homónima con la que ha trasladado su "laboratorio" interpretativo al 60º Festival Internacional Cueva de Nerja que se ha celebrado esta noche en el interior de la cavidad.

Molina ha explicado en declaraciones a Efe que esta actuación supone "ponerle un nombre a algo que nunca ocurre de la misma forma" y que su trabajo no puede ser catalogado de espectáculo porque "no se repite ninguna vez de la misma forma y es siempre un formato diferente, con música diferente y artistas diferentes".

"Es según la búsqueda, es como mi laboratorio de experimentar, de ponerme un poquito a prueba, de probar cosas nuevas que no he ensayado, es mucho más espontáneo", ha indicado Molina sobre "Impulso", que esta noche ha realizado junto a los músicos con los que lleva trabajando "más de 10 años" y con los que "sabe por dónde tirar".

La cueva, cuyo aforo de 450 personas ha estado completo, ha albergado la actuación de la Premio Nacional de Danza del Ministerio de Cultura, que ha mostrado en las tablas del escenario su pasión, rabia y fuerza que ha dejado sin palabras a los asistentes que aplaudían emocionados en las pausas de la artista.

"Impulso" es un despliegue técnico y emocional en el que Rocío Molina ha experimentado "in situ" con su cuerpo para romper los moldes del flamenco y encontrar nuevos movimientos a partir de la improvisación con objetos como un bastón o crótalos en los dedos, elementos que han fascinado al público.

Ni los murciélagos de la Cueva de Nerja han querido perderse este espectáculo, animales que han sobrevolado el escenario durante la actuación en la que Molina ha cambiado su atuendo que ha pasado de una falda negra clásica hasta una torerilla blanca con motivos florales que han servido para marcar diferentes tiempos en la actuación.

La bailaora y coreógrafa ha reconocido que no es su primera vez que actúa en la Cueva de Nerja, una de las cavidades paleolíticas más grandes e importantes del mundo calificada como Bien de Interés Cultural que cuenta con 4200 años de antigüedad, un enclave que Molina valora como "un lugar muy especial" por empezar a bailar allí.

Molina ha admitido que, con solo 4 años, ya empezó a bailar "en el restaurante que está frente a la Cueva de Nerja" y que su madre la llevó "muy pequeñita" al festival a ver la compañía de Cristina Hoyos, para más tarde actuar ella misma con "Danzaora", por lo que cree que la cavidad "ha tenido algo que ver" en su vida artística.

Ha reconocido que lo que busca con "Impulso" es "completar la escena" para que se produzcan "varias lecturas, no solo en los códigos flamencos sino varias lecturas visuales e incluso cuestiones emocionales simplemente", una interpretación que el público ha disfrutado cada segundo.

Molina ha destacado que durante sus actuaciones ella se busca "personalmente" por lo que ha considerado que se dedica a "crear emociones", poder bailar las suyas y "producir emociones en el público" para que "el ser humano se encuentre consigo mismo", una actividad que "últimamente no se hace porque la vida va demasiado rápido".

"No hay que experimentar por experimentar ni innovar así, por lo menos conmigo esas cosas no van", ha sentenciado Molina, que ha señalado que para ella es un ejercicio de "búsqueda" continuo.