Muchos de los que anteayer acudieron al recital de Ben Harper en Starlite lo hacían para quitarse una espinita clavada en 2017, cuando el californiano se plantó en solitario en la cantera de Nagüeles. Aquel concierto, aunque repleto de momentos de gran emotividad, dejó un sabor de boca agridulce, ya que las canciones de Harper, al menos las más conocidas, llegaron a nuestras vidas reforzadas por el sonido de toda una banda. La desnudez de su primera visita a Marbella quedó anoche saldada con la presencia de The Innocent Criminals, formación cambiante que le ha acompañado desde los inicios de su carrera con mayor o menor asiduidad. La experiencia de escucharlo arropado por una sólida sección rítmica es bien distinta. Y mucho.

Por eso lo de ayer fue otra cosa. Harper arrancó la velada sentado y con su lap steel sobre las rodillas y haciendo ver que sería una noche roquera, sí, pero tranquila. Y así fue alternando temas lentos e íntimos con otros de mayor ritmo y volumen. Además de sus Weissenborn, el norteamericano sacó a paseo su Les Paul Junior y varias electroacústicas, con las que llenó de colores un recital que quedará para siempre grabado en la retina y los oídos de los allí presentes. Los Innocent Criminals -Juan Nelson (bajo), Oliver Charles (batería) y Leon Mobley (percusión)- jugaron un papel discreto respecto al volumen pero fundamental en la puesta en escena de las canciones de Harper, que parecían no querer romper la dulce armonía del último domingo de julio.

Sonaron temas como 'Whipping boy', 'Steal my kisses', 'Welcome to the cruel world' o 'The wild to live'. La desbordante cultura musical de Harper, procedente de una gran familia de músicos, también se hizo notar sobre el escenario, donde por momentos la memoria del público acudía al recuerdo de Robert Johnson, Hendrix o Cooder. Entre los instantes de gran complicidad de la noche destacó la interpretación de 'Diamonds on the inside', en la que el cantante se separó por completo del micrófono para llenar la cantera con lo que alcazaba su voz, que no es poco. Para finalizar, el músico se guardó una versión de Stevie Wonder ('Superstition'), dejando patente que sus musas proceden de todos los géneros conocidos y que sus composiciones son fruto del amor y respeto por las raíces, desde las que nace su exquisita creatividad.