Tauroemoción, la nueva empresa de la plaza de toros de Fuengirola, se estrenaba en la gestión de este coso con la bautizada como Gran Corrida del Verano. Como carta de presentación ante las diez temporadas que le quedan por delante según el acuerdo alcanzado con la propiedad, se programaba un espectáculo nocturno de primer nivel que contaba con el respaldo del público.

No era un cartel de masas, más bien de aficionados más exquisitos, y la primera gran noticia llegaba con el excepcional aspecto que presentaban los tendidos, rozando el lleno en una noche de calurosa temperatura. Luego, sobre el albero, sin un triunfo rotundo, se vivió una corrida más que interesante en la que los astados de José Vázquez, mansurrones y doblones en general, se dejaron ante las muletas de los diestros.

Se alteró el orden de lidia para que actuara en primer lugar Pablo Aguado, que emprendía tras su actuación viaje hacia Pontevedra. Se demoró la hora prevista de la salida, primero porque el espectáculo tuvo que retrasar su inicio por la aglomeración que había en las taquillas a la hora del comienzo, y después porque el primero de su lote tuvo que volver a los corrales por inválido. Le sustituyó un sobrero rajado ante el que no obstante pudo lucir la suavidad de sus capotazos de inicio, cargados de temple, y que no pudieron superarse en toda la noche. La revelación de la temporada se presentaba en la provincia malagueña mostrando el gusto que le ha encumbrado con el percal y posteriormente, en pasajes aislados con la franela en la mano izquierda.

Pese a no tener premio, ya en este primero había dejado un muy buen sabor de boca, que se acrecentaba en el cuarto con el que desarrolló una faena mucho más templada y compacta, en la que ya cautivaba con un rotundo cambio de manos. Arrebatado e inspirado por momentos, Aguado gustó más por lo que dejó entrever que por lo que pudo ofrecer ante un lote que no fue el más propicio. Pese a todo, paseó una oreja tras un pinchazo y descabello.

También paseaba un apéndice del primero de su lote Cayetano, con un burel más manejable con el que quiso arrear en el comienzo del trasteo de rodillas, aunque luego no consiguió asentarse. No fue la actuación más artística del diestro, afanoso pero acelerado, que concluía con estatuarios mirando al tendido antes de dejar una estocada algo desprendida.

Con otro toro con movilidad, Cayetano seguía el mismo guión en su segundo. Quiso adornarse con molinetes de rodillas y de pie para caldear el ambiente en una faena que no terminaba de llegar a los tendidos. Sin embargo, se le valoró su decisión al entrar a matar y se le perdonó que el estoque cayera tendido y desprendido; recibiendo dos orejas claramente excesivas que le convertían en triunfador numérico de esta Gran Corrida del Verano.

Otra de las novedades que aportaba el cartel era la presencia de un torero nada habitual en los ruedos andaluces pero que se está ganando el respeto de todos los aficionados. Emilio de Justo también agradó en el primero de su lote, y eso que el toro acusó un costalazo de salida que le hacía llegar a la muleta defendiéndose. Tuvo recompensa su decisión de cuidarlo a media altura para conseguir arrancarle una tanda de naturales con la mano baja y regusto que valieron por una oreja como culmen de una actuación solvente rematada con una buena estocada tras la que paseaba una oreja.

Se estiraba a la verónica en el que cerraba plaza, otro toro que no se lo pondría fácil. Mirón y reservón, necesitaba delante un lidiador con poderío y determinación. Allí estaba el extremeño para plantarle plano el engaño e ir tirando del burel con largura por ambos pitones. Fue, con diferencia, la faena de la noche. Pasada la una de la madrugada, De Justo mantuvo el nivel del aficionado en una labor llena de pureza y verdad. El de Vázquez llegaba al final del trasteo defendiéndose, lo que da más valor si cabe a su decisión al tirarse a matar y cazar una estocada caída que, a tenor del baremo marcado por el palco, fue sobradamente merecedora de las dos orejas que paseaba antes de salir en volandas.