Además de la reinauguración de la plaza de La Malagueta tras su completa rehabilitación, José María Manzanares (Alicante, 1982) será, sin duda, uno de los grandes protagonistas de la inminente Feria Taurina. Es el único espada que está anunciado en dos tardes del ciclo agosteño del coso de Reding.

¿Está plenamente recuperado?

La lesión la sigo teniendo, son cuatro intervenciones ya, tres en las lumbares y una en las cervicales. El problema lo tengo ahora en las lumbares. Me quemaron el nervio sensitivo y al menos no siento el dolor y puedo torear, porque antes cuando me dolía me quedaba totalmente bloqueado y no podía ni moverme.

¿Cómo se sobrelleva el ponerse delante de un toro con esas lesiones?

Hubo un tiempo que tenía que infiltrarme. Los viajes en coche, los entrenamientos... la zona lumbar es muy comprometida para los toreros, nos duele en todo momento. Los entrenamientos eran muy difíciles, pero ya estoy mentalizado de que es algo que me tocará vivir hasta el final de mi carrera.

¿Cómo se mentaliza uno para eso?

Intentando aguantar, cuidando mucho la zona, descansando bien... Y con suerte, porque las volteretas y las cornadas no dependen de nosotros y eso también influye.

Es parte de la carga de ser figura del toreo...

Sí, eso cambia mucho. La exigencia que tenemos los toreros que somos figuras ya de varios años. Yo este año he hecho 16 años de alternativa y se nota el peso y la exigencia. Estos toreros ya no somos novedad, nos conocen perfectamente. Cuánto más te conocen, más te exigen. Además, depende de cómo te haya ido la carrera. Si has tenido triunfos la gente te exige más. Entonces llegamos a un punto de exigencia en el que apenas se perdona nada y por eso la concentración tiene que ser muy grande, máxima, porque a la mínima la gente se enfada. Normal, para eso pagan.

¿Dónde encuentra la motivación para seguir toreando?

En ir evolucionando día a día. He tenido varios momentos en mi carrera y cada uno de los cambios que he vivido se enmarca en la búsqueda de lo que para mí es el toreo. Un toreo puro, sin excentricidades, sin nada a la galería.

¿Hacia dónde va José María Manzanares? ¿Qué intenta transmitir en esta etapa?

Lo que siento la plaza, sin artificios y con la máxima naturalidad posible. Creo que lo más complicado es transmitir tranquilidad y naturalidad delante de un toro. Hacer que algo casi imposible parezca fácil es de una dificultad grandísima. Más difícil que hacer cosas de cara a la galería o buscar el aplauso fácil. Eso para mí no tiene mucho mérito. El mérito es intentar sacar lo máximo a cada toro, estudiarlo desde que sale y saber lo que hay que hacerle para que saque lo mejor de sí. Y eso es mérito del torero. Si lo entiendes bien, lo mejoras y si no, lo estropeas.

¿Es mejor torero aquel al que más toros le valen?

No, es mejor torero el que hace que más toros le valgan. El que es capaz de sacar lo que tienen dentro. Luego hay varias formas, el que lo hace de una forma más artística y el que lo hace con detalles técnicos, que son más fríos.

Tras 16 años de alternativa, ¿aún tiene miedo cuando se viste de torero?

Sí, y cada año más.

¿Cómo es posible?

Va a peor. Por lo que hablábamos antes, la gente espera más de ti. Cada año las facultades físicas van a peor y eres más consciente de los peligros que plantea el toro y de las consecuencias que puede tener. Al conocer más al toro, conoces más los riesgos. Cuando eres joven hay valor, arrojo, muchas veces haces las cosas porque no sabes lo que acarrean. Pero cuando uno pierde esa juventud y se da cuenta de que está pisando terrenos muy comprometidos... esos que hace años pisabas más alegremente... para eso hay que tener valor y concentración. Esto lo decía mi padre y yo decía: ¿Pero cómo es posible tener más miedo si cada día sabes más de toros? Pues precisamente por eso. Yo llevo 16 años y es verdad. Cada año se pasa peor.

¿Qué futuro tiene la fiesta de los toros? ¿Echamos en falta a toreros jóvenes con tirón?

El futuro depende de los jóvenes. Tienen que salir toreros jóvenes con ese tirón del que hablamos. Yo les diría que fueran ellos mismos, que tengan su personalidad. Hay que seguir una técnica, pero muchas veces los toreros jóvenes se centran en esa técnica y se olvidan de plasmar lo que ellos sienten. Vivimos en una época en la que el nivel de perfección es muy alto pero a los artistas no nos puede faltar la personalidad, que tiene que ser, en el torero, muy marcada. Estamos necesitados de toreros jóvenes que tengan eso, que pierdan el miedo a la perfección y consigan expresarse.

Quizás vivimos en una sociedad excesivamente moralista con tendencia a esconder la muerte. ¿Cómo casan aquí las corridas de toros?

Hay mucha hipocresía. Muchos antitaurinos no saben qué es lo que critican, no quieren saberlo, están llenos de prejuicios y ni siquiera dan la opción de explicar qué es lo que hacemos. Ellos dicen que esto es algo cruel y ya está. Y saben que sin las corridas de toros el toro bravo estaría condenado a extinguirse, pero tampoco proponen nada porque en realidad les da igual esto y no son capaces de ver más allá.

¿Se considera animalista?

Sí. A mí me gustan los animales, me considero amante de los animales. Tengo animales en mi casa, en mi finca, me preocupo por ellos y los cuido. Pero tengo clara una cosa, y es que un animal no es un ser humano, que es algo de lo que parece que la gente hoy se está olvidando. La sociedad se preocupa demasiado del bienestar animal pero dejamos de lado lo que le pase a un ser humano. Lo consideramos normal. Como consideramos normal vivir en una sociedad, como decía usted antes, que esconde la muerte. La muerte existe, el sufrimiento existe, queramos verlo o no. Pero a la sociedad no le sienta bien, la esconde porque le produce malestar y no queremos ver nada que no nos produzca felicidad. Pues no señor, la vida conlleva muchas cosas, entre ellas el sacrificio. Pero en el momento en que das de lado a esa realidad vives en un mundo paralelo, fantasioso, en el que en realidad no te das cuenta de lo que es la vida, lo que conlleva. Entonces empiezas a quitar todo lo que te hace daño, lo que te saca de tu zona de confort. Y si pasa eso te vuelves una persona muy superficial incapaz de ver la realidad, una persona con la que no se puede hablar porque la obligas a enfrentarse a una realidad que no quiere ver.