El riesgo que se suele correr cuando uno cuenta una historia absolutamente íntima y familiar es creer que todo lo que le emociona a uno debería tener el mismo efecto en otros. El malagueño Juanjo Rueda relata en Litoral, un cortometraje documental de 20 minutos, mucho de sí y, sobre todo, de su familia, pero lo que refiere parece atañernos a todos. La prueba, competirá en uno de los festivales más importantes del panorama, el de Valladolid, la Seminci.

«Mi padre era muy aficionado a la fotografía y tenemos toda nuestra vida documentada en un montón de álbumes, mi abuela recuerda con muchísima claridad su vida y siempre ha sido una gran narradora. Ahora más que nunca porque es totalmente honesta. El paisaje costero de Málaga hacia la costa de Almería ha cambiado lo suficiente para que podamos ver un contraste importante pero no lo suficiente como para que no reconozcamos que se trata del mismo sitio», cuenta Juanjo Rueda, para quien Litoral es «la historia de un pueblo, de un matrimonio y de una forma de entender la vida que sólo permanece en los recuerdos»: «Siempre me ha interesado cómo recordamos. Para mí, la mecánica implícita en los recuerdos o en los sueños es muy parecida a la mecánica necesaria para hacer cine. Todos esos procesos de reconstrucción necesitan imágenes o sonidos de la realidad que inmediatamente dejan de pertenecer a esta y comienzan a ocupar otro lugar. También los espacios vacíos, espacios que antes estaban cargados de emociones, de significado y con el paso del tiempo se han convertido en algo ajeno. Yo nací en el pueblo donde se desarrolla Litoral, el Rincón de la Victoria, pero llevo viviendo 13 años en Madrid y de alguna manera lo que plantea el docu ya lo estoy viviendo. Puede que no sea con una casa o un pueblo, puede que sí sea con una canción, un bar o una fotografía… cosas repletas de sentido en un momento dado que se acaban diluyendo convirtiéndose muchas veces en algo extraño».

El director malagueño va más allá de la complaciente nostalgia en Litoral. «Hay un componente de nostalgia casi inseparable del hecho de recordar pero más allá de eso, el cortometraje se va construyendo en base a dos cosas: la intención de descubrir la historia de mi familia y el testimonio de mi abuela, marcado por su carácter. Y mi abuela es una persona muy tierna y divertida que con 96 años dice lo que le parece. Por ejemplo, cuando me cuenta que entró con mi abuelo al cine a ver La Naranja Mecánica sin saber de qué peli se trataba y lo que ocurrió después estamos más cerca de celebrar que aquello ocurriera que de echarlo de menos. Por otro lado, que alguien de 96 años recuerde con tanta precisión la tarde que vio esa película habla muy bien del poder que tiene el cine para moldear nuestras experiencias o nuestro conocimiento».

Asegura Juanjo que no sintió ningún pudor al trabajar con familiares y sus historias. «Tengo una relación muy buena y estrecha con todos y me he sentido completamente respaldado. Lo que sí he procurado mantener es respeto por los límites que tenía cada uno y esto mismo me ha llevado a descartar algunas ideas como por ejemplo llevar a mi abuela a la antigua casa familiar sobre la que habla constantemente por el impacto que podría causarle. Cuando algo me parecía delicado lo hablaba con mi padre y le poníamos un límite».

Litoral es el primer fruto de Cochabamba Films, la productora que Rueda montó a principios de año con Luis Murillo, por lo que la selección de Valladolid resulta especialmente significativa: «Para nosotros representa la oportunidad de acudir a un festival importante, conversar sobre proyectos con otros productores y empezar a tejer relaciones que algún día puedan ser importantes. Como director, es un orgullo estar en un certamen así. Espero es que llevar un sello como el de Seminci pueda ayudar al corto a exhibirse en el mayor número de festivales posible para que mi trabajo se vea ampliamente».