Carles Sans (Barcelona, 1955) lleva cuarenta años arrancando carcajadas. En 1979 tuvo la suerte de juntarse a Joan Gràcia y Paco Mir para formar Tricicle, la compañía de teatro gestual que les hizo conocidos en todo el país. Describen su humor como intemporal, basado en la cotidianidad y en las pequeñas cosas del sur humano. En Hits repasan lo mejor de sus cuarenta años de trayectoria, con doce de sus sketches más conocidos. El espectáculo, que podría ser el último de su carrera, estará en el Teatro Cervantes de viernes a domingo.

¿Qué es Hits

Es un repaso por toda nuestra carrera con lo mejor de Tricicle. Con este espectáculo anunciamos un final que parece que será definitivo.

Llevan casi medio siglo sobre los escenarios. ¿Cómo ha cambiado el público desde que empezaron?

Siempre hemos tenido el mismo público. Muy variado además, de todas las edades, que es lo más bonito. Nuestros espectadores siguen riéndose de lo mismo, de hecho a la hora de elegir los materiales de este último show hemos tenido que hacer cambios y rescatar algunos de nuestros primeros sketch, muchos de los años 80. El caso es que nuestro humor parte de las pequeñas cosas de la vida, que siguen siendo las mismas hoy que hace cuarenta años. Es un humor intemporal, que no pasa de moda.

Han sido cuarenta años de producción incesante. ¿Cuál es el truco para continuar frescos y no caer en lo repetitivo?

Buscar espectáculos que se diferencien mucho unos de otros. Siempre conservando nuestro estilo, por supuesto.

La ausencia de diálogo en el escenario es uno de sus sellos más característicos.

Sí, siempre hemos usado los gestos por encima de la palabra y hemos hecho de ello nuestra marca. Es verdad que en los últimos años hemos sido más flexibles con esto e incluimos onomatopeyas e incluso dos o tres palabras. La ausencia de texto te limita mucho más, reduce mucho más las posibilidades. El público nos pide que hagamos tal cosa o que imitemos a tal persona pero no se da cuenta de que sin palabras no puede hacerse. Hemos sudado más a cuenta de esto.

Hábleme de usted, ¿cuándo sintió la llamada por las tablas?

Bueno, la verdad es que yo iba para periodista. Por cosas de la vida acabé en la facultad de Derecho, estudiando algo que pronto me di cuenta que no era lo mío. Hice un curso de expresión corporal y descubrí que lo que me gustaba era el entretenimiento. Dejé la facultad y el trabajo en una agencia de viajes, que era con lo que me pagaba la universidad.

¿Qué relación tiene con los otros dos integrantes de Tricicle?

Pues buena, si no no seguiríamos juntos 40 años después. Es verdad que son tantas horas trabajando los tres que luego cada uno tiene su vida, sus compromisos y sus aficiones. Pero la relación es estupenda.

¿Qué significa el humor para usted?

En mi caso, el humor me ha dado la vida. Pero creo que es algo fundamental para todos, tanto que somos capaces de pagar para que otros nos hagan reír. Es algo buenísimo. Además de ser un bálsamo, un suavizante para decir cosas que de otra forma no podrías.

La libertad de expresión se ha puesto en entredicho en nuestro país en más de una ocasión. Muy sonados han sido los casos recientes de humoristas como Dani Mateo, por ejemplo.

Creo que cada uno debe ponerse sus propios límites. Lo que no me parece bien es que nadie desde fuera los ponga. El humor es un concepto muy amplio, e igual lo que a mí me hace gracia para otros no es motivo de risa. Yo como humorista debería tener todo el derecho a decir lo que quiera, al igual que la otra persona debería tenerlo a no venir a verme. No creo que la ley deba poner límites a la risa.

Internet ha facilitado el camino a muchos artistas en los últimos años. En el caso de los cómicos es evidente. Youtubers, influencers? ¿qué le parece esta tendencia?

Bueno, creo que es un canal más, como la televisión o el teatro, igualmente válido. Da igual lo que opine, porque al final son fenómenos que no hay quien pare. Es verdad que habrá de todo...