Después de tantos papeles de comedia, por fin un drama en la gran pantalla. ¿Cómo se ha sentido en el género?

He estado muy a gusto, pero tenía ganas de interpretar drama en la pantalla. Aunque no haya hecho ningún protagonista dramático en cine o televisión, sí que lo hice mientras estaba estudiando en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD).

La trinchera infinita está dirigida por Aitor Arregui, Jon Garaño y José Mari Goenaga, ¿se ha sentido cómoda con este triunvirato?

Ha sido una suerte. Ellos, de forma individual. son grandes personas y muy inteligentes, así que verlos trabajar ha sido un gusto. Ver cómo hacen equipo, cómo son tan buenos compañeros entre ellos y con todos los miembros del rodaje. Eso hace que todos estemos más metidos en el trabajo y la verdad que es una forma muy interesante de trabajar.

La película recoge hechos reales, aunque estén teñidos de cierta ficción, el trasfondo es real. ¿Cómo ha sido interpretar a Rosa?

Para mí ha sido muy interesante documentarme y conocer estas historias de las que no sabía nada. Gracias a la película hay algo de justicia, porque consigue que salgan estas historias, de las que Rosa e Higinio son un conjunto. Así que va por ellos, por los topos y por todas las personas que han sufrido durante años, al igual que Rosa e Higinio. Para mí, particularmente por ellas, por las mujeres que son heroínas y unas víctimas, mujeres muy fuertes en esa época que tuvieron que hacer cosas inimaginables por su familia.

¿Qué es lo que más le ha gustado de encarnar a Rosa?

Sobre todo la historia que esconde el personaje detrás. He podido entender a una mujer de la época que, por suerte, es muy diferente a las mujeres y costumbres de ahora. También el proceso creativo, lo que es la fase de documentación... Construir a Rosa ha sido maravilloso.

La película se desarrolla entre 1936 y 1969, etapa franquista. Hoy [por ayer] se exhumaron los restos del dictador. ¿Cree que esta película va a generar polémica en este contexto actual?

No lo sé, aunque la verdad creo que estamos en un momento en el que todo genera polémica. Cada persona valorará la película desde un punto de vista diferente. A mí me parece muy interesante porque sigue siendo Historia y es necesario que la conozcamos. Al final es un poco de representación de quienes fueron nuestros abuelos o padres.

¿Qué cree que aporta La trinchera infinita al espectador?

Es una película que habla sobre el miedo, que creo que es algo universal que todos padecemos y que según en qué momento de nuestra vida aparezca se puede convertir en nuestra propia cárcel. También es una película que habla de amor y nos va a enseñar una parte de nuestra Historia que a lo mejor no todos conocemos y que está ahí.

El acento de la época no es el mismo que nos caracteriza a los andaluces en la actualidad. ¿Ha sido complicado rescatar ese habla antigua?

Antonio de la Torre y yo teníamos claro que debíamos ser lo más fieles posible. La trinchera infinita no se desarrolla en ningún punto en concreto de la geografía andaluza, pero ambos teníamos claro que queríamos hacer un reflejo fiel de aquella época. En este aspecto, los directores han confiado mucho en nosotros. Hemos estado preguntando a mucha gente, primero para tener la libertad de hablar en andaluz y después para hacer un ejercicio y buscar ese andaluz de la época.

La historia se desarrolla a lo largo de 33 años. ¿Qué ha supuesto abordar un arco narrativo tan largo, que permite ver el crecimiento de los personajes?

Fue una de las partes más interesantes y bonitas del rodaje, porque para nosotros es una suerte contar un personaje de largo recorrido. El rodaje fue largo y tuvimos que hacer un parón para que Antonio engordara. Se ha intentado hacer cronológico, por lo que los personajes de esta historia se han ido arrastrando en el tiempo y nosotros como actores también los hemos acompañado.