Inmersa en combatir contra corriente la hispanofobia alimentada, en su opinión, desde el siglo XVIII por acomplejados políticos e intelectuales, Elvira Roca Barea (El Borje, Málaga, 1966) sale ahora al quite en Fracasología (Premio Espasa, 2019) para denunciar el daño que las élites han hecho por cobardía a la historia de España, la única nación que logró durante tres siglos conservar un imperio en el que no se ponía el sol. «Ensalzamos lo de los demás y minusvaloramos nuestros éxitos», asegura sin asomo de duda la escritora, ensayista y profesora malagueña, decidida a poner los puntos sobre las íes para rebatir la leyenda negra que junto a los nacionalismos vasco y catalán deprimen el orgullo patrio. Tras haber sido calificada de «tóxica» y «desvergonzada» y de ser acusada de formar parte de un complot con Trump y Putin, vuelve al ruedo editorial con renovada energía.

¿Por qué están tan acomplejados nuestros intelectuales y nuestros políticos con la historia de España?

Porque supuestamente es una historia terrible de la que hay que avergonzarse y seguir pidiendo perdón.

¿No es responsabilidad de los intelectuales conocer la realidad de su historia?

Esa opinión se ha prolongado durante siglos y ha sido heredada por unos intelectuales que no se atreven a nadar contra corriente.

Y para esto está usted, ¿verdad?

Hago lo que puedo.

¿Existe también un complejo frente a Europa?

Enorme, hasta el punto de que España es el único país de Europa que no tiene un partido antieuropeista.

Según usted las clases rectoras españolas se alimentan de la negatividad y debilitan al Estado. ¿Cuál es el motivo?

Ha habido una falta de compromiso y gran blandura respecto a las élites que no han sabido regir adecuadamente el destino del país llevándolo a distintos atolladeros. Si lo hacen mal solo recibirán un reproche. En España sale barata la irresponsabilidad de las élites. La impunidad hace que se acepte con una alegría enorme cualquier ocurrencia.

¿Hacia dónde dirigen a España los movimientos populistas e independentistas que crecen en nuestro país?

Hacia la feudalización del poder, el enfrentamiento y el empobrecimiento. Esas ideologías son poco constructivas. La democracia con sus defectos es la forma de gobierno que más estabilidad y prosperidad da. Cada vez que Europa occidental se entrega a una orgía de populismo acaba degenerando en totalitarismo.

Dice Andoni Ortuzar, presidente del PNV, que no se confunda a los vascos con los españoles, que Euskadi es otra cosa, una nación en construcción. ¿Cómo influye el independentismo vasco y catalán en la falta de autoestima de los españoles?

Los dos independentismos surgieron de aquella gran crisis nacional de finales del siglo XIX. Nuestros independentismos balcánicos rechazan el Estado moderno y la soberanía nacional que ampara la igualdad de todos los españoles. Lo hacen porque solo están dispuestos a estar en España en una situación de privilegio.

Y se sienten superiores al resto de los españoles.

Los nacionalismos vasco y catalán están muy vinculados al racismo. Se ven como una especie de raza pirenaica no contaminada con el ADN mongol o semítico.

Pero España era la cabeza de Europa con Carlos V. ¿Cómo hemos podido llegar a creer que hemos caído tan bajo?

Es que no hemos caído tan bajo. La historia de España parece que siempre ha sido un desastre, desde antes de los Reyes Católicos. Con Carlos V hubo una situación de hegemonía política intensa que duró tres siglos. El imperio inglés no llegó ni a 70 años. Cuando esa larga hegemonía se acabó, lo cual es muy normal, no se puede tomar como un fracaso.

¿En qué consistía el mapa de Europa Regina del que habla en su último libro?

Ese mapa, del que hay varias versiones, se vincula al poder de Carlos V y a su proyecto de integración europea. El sur aparece arriba, en el norte, y la cabeza de la reina representa a España como potencia hegemónica del momento y líder en la defensa del cristianismo.

Ya tenemos a la religión de por medio

Siempre. En su momento fue una herramienta de lucha política muy importante y España era la cabeza de Europa en la defensa del catolicismo. Cuando apareció Lutero todo se trastocó.

En su opinión, ¿fue realmente Lutero un avanzado, un progresista por emplear un término de hoy?

Más bien todo lo contrario. Incrustó el feudalismo en el Sacro Imperio hasta el siglo XIX y rechazaba las leyes civiles dejando a los pueblos a la voluntad de los señores.

¿Superó la Inquisición española la intolerancia religiosa de Gran Bretaña, Francia, Alemania o Suecia?

No. La tolerancia no se inventó hasta bien entrado el siglo XIX. Antes todos eran intolerantes y es cierto que la Inquisición española existió pero también lo hizo en otros países. La Chambre Ardente francesa mató en un momento dado a 5.000 personas, más que la Inquisición durante toda su historia.

En el siglo XVII germina la idea del fracaso de España. ¿Cómo surgen lo que usted ha denominado ideas hispanófobas?

La hispanofobia aparece con la leyenda negra cuyo argumentario hicieron los países que luchaban contra la hegemonía española. Era pura realpolitik de un eje de combatientes que se alimentaban los unos a los otros, apoyados, entre otras cosas, por el libro La destrucción de las Indias de Bartolomé de las Casas que divulgó Guillermo de Orange. Fue un éxito propagandístico fenomenal.

Los descubridores españoles no fueron unos santos, tal como denunció precisamente fray Bartolomé de las Casas.

No eran unos santos empezando por el propio fray Bartolomé de las Casas.

Y esas ideas calaron entre las élites de España.

El argumentario de la leyenda negra no toma carta de naturaleza hasta el siglo XVIII con los afrancesados que asumen en España esa leyenda y aceptan la idea de España que se tiene en Francia. Los que no pensaban así fueron condenados al ostracismo.

¿Cómo han conseguido los ingleses propagar una buena imagen de su colonización norteamericana a pesar de masacrar a los indios mientras que los españoles que en bastantes casos se mezclaron con ellos tienen peor consideración en casi todo el mundo?

Porque han trabajado muy bien y España no ha hecho lo mismo. Ya en el siglo XVIII se incorporó la idea de la negatividad en torno a España y desde entonces nuestras élites han estado muy pendientes de que desde fuera no se nos llame imperialistas. La opinión ajena ha importado muchísimo. No me imagino un Master and commander con un barco español y un capitán gritando que ese barco es España en vez de Inglaterra. Ni directores ni actores querrían hacer esa película por miedo a que los llamasen, entre otras cosas, franquistas.

¿Por qué fracasó el patriotismo liberal del siglo XIX al combatir el desprestigio español?

Hizo su trabajo bastante bien pero no se esforzó por contrarrestar esa visión terrible de la historia de España que en aquel momento se metió en la aventura norteafricana que le venía grande por todos los costados y que se gestionó peor que mal. Cánovas no quería afrontar aquella empresa pero fue arrastrado irresponsablemente por muchos intelectuales que clamaban por salir de la abulia que siguió al desmembramiento del imperio y a la guerra napoleónica.

¿Fue hispanófoba la generación del 98?

Fue deprimente y contagió esa depresión a todos. No tuvieron el coraje para hacerse cargo de la situación del país y se refugiaron en el idealismo. Además acuñaron algunos conceptos que me parecen muy peligrosos como el del casticismo.

¿Ve peligro en el casticismo?

Está a un paso del supremacismo y del racismo.

Unamuno, ahora de moda por la película de Amenábar, ya dijo que inventen ellos y mire cuántos premios Nobel tenemos. Ese es un consejo que hemos aplicado sin reservas porque hasta hace poco España ha vivido atrasada en el campo científico.

Ese es uno de los muchos exabruptos de Unamuno que diez meses después era capaz de decir todo lo contrario. Es cierto que en ciertos momentos hemos tenido un desarrollo científico inferior al de otros países pero en otras ocasiones hemos estado a la vanguardia. El problema es que tendemos a no valorar nuestros avances. La epidural, por ejemplo, es un invento español, como el calendario que rige el planeta Tierra, que salió de la Universidad de Salamanca. Ensalzamos lo de los demás y minusvaloramos nuestros éxitos.

He leído que usted forma parte de un complot fraguado por Donald Trump y Vladímir Putin...

Quien necesite ir al psiquiatra que vaya...

¿Cómo le ha sentado que la calificaran de «tóxica», «sádica» y «desvergonzada»?

Creo que las personas que se expresan así se califican a sí mismas.

En fin, Elvira. ¿Son de nuevo las élites quienes no soportan la defensa de una idea de España sin complejos?

Hay una inercia difícil de parar. Desmarcarte de la idea de la fracasología es algo novedoso y todos temen que les vuelvan a colgar el sambenito imperialista. Fue Rafael Altamira el que creó el término hispanofobia, un hombre que murió exiliado en México. Es estúpido pensar que el que aborda la hispanofobia lo haga desde una perspectiva imperialista, españolista, franquista o fascista.

O sea que según usted puedo estar tranquila porque España no es una excepción atroz, un caso único entre las naciones civilizadas...

Ni es un caso atroz ni una peculiaridad ajena a toda la especie humana.