Que la provincia de Málaga ha sido cuna de poetas de indubitada trayectoria es algo que nadie discute ni pone en entredicho. Desde José Antonio Muñoz Rojas a Manuel Alcántara, pasando por María Victoria Atencia, la inabarcable lista precisaría múltiples paradas a fin de garantizar la debida justicia a todos los poetas ilustres con los que esta buena tierra nos ha bendecido. Premios como el Internacional de Poesía Manuel Salinas se consolidan como trampolines de alto prestigio a la hora de encumbrar a nuevas voces que emergen dentro del panorama poético. Los galardones que afloran desde el Premio Internacional de Poesía Manuel Salinas y Cortijo de la Duquesa se afianzan dentro del marco de las letras y sin duda alguna por la indiscutible calidad literaria, académica y profesional de los miembros que componen su jurado: Antonio Carvajal, maestro de maestros y Premio Nacional de Poesía 2012, Sara Pujol Russell, Rosa Romojaro, Enrique Baena y el propio Manuel Salinas. Pero la patente calidad de las letras que ratifican en sus veredictos no sólo trae causa en los jueces que evalúan versos provenientes de todas partes del mundo, sino también gracias a la hondura literaria que demuestran los premiados en sus diferentes convocatorias, autores galardonados, muchos de ellos, con largas trayectorias literarias y que también dotan con su particular profesionalidad un premio que evoluciona a la alza: Juan Gaitán, Pedro J. Marín Galiano, Ramón Martínez, Amaya Morales o José María de Loma, entre otros.

En su edición de 2019, fallada en este mes de octubre, el premio ha recaído en la jienense Ana García Briones y su poema 'Creces en mí': Qué inéditas caricias. / En mí creces. Te nombro / despacio. Y la noche / que madura tu boca, me cerca. / En qué fuente tu sed. / Qué mudo brillo me lleva / y me guía. Andaba perdida / y hallé el mar, y encendidas / las olas de tus brazos. / Qué cielo en mi falda. / Qué simple fruto en la altura, / de tu pecho a pecho, / para ser mundo.

De los versos premiados, referenciaba Manuel Salinas: "La verdad es una cuestión de perspectiva, no de dogma. Por eso, Ana García Briones mira al cielo, a ese mundo espiritual que hemos creado los hombres. Sin él no somos nada. Lo anotó Miguel Hernández: mis ojos, sin tus ojos, no son ojos. La mirada de los afectos nos pone de pie, nos hace humanos. Soy porque eres, parece decirnos. Porque el dolor compartido es cielo. Cielo, todo lo mirado: lo contemplado, como nos lo enseñó la mejor poeta española actual, Sara Pujol Russell. Mira. Mira bien, verás todas las miradas. La rosa que, desde toda la eternidad y sin un porqué, crece con la esperanza de un mundo mejor, y distinto, paisaje emocional o sensible que el ser humano siempre incorpora a las cosas para que el alma se colme de tierra, de lo contemplado, y sentido, y ardido. Si en el pasado uno se busca como en un río, en el futuro uno se reinventa en la mañana. ¡Cosas del tiempo! Y tu poema 'Creces en mí', cuando todo se mueve en esta vida, se queda quieto un instante, un ahora con la ciega esperanza de que todo volverá llenarse de yemas y de flores en un descuido. Sí, aunque no las veas ni en las mañanas más claras, están allí. Es la esperanza. Tus palabras saben que la carne no perderá su razón humana. Y que, con tanta piel, no hallaremos manera de en paz, amarnos. Ésa es su grandeza: hacer del amor, mundo. Porque tu poema sabe que el dolor compartido es alegría. Y que la alegría es más mundo en este mundo".