Es uno de los grandes de esa jugosa escena jazzística malagueña, un auténtico culo inquieto de la música libre que lo mismo compone y dirige para una singular big band futurista (U Circle Breakers) que lidera un trío de comunicación casi telepática (Aurignac-Mezquida-Prats). Ernesto Aurignac nunca para, siempre camina hacia delante, sumando talentos ajenos y perfeccionando el propio. El XXXIII Festival Internacional de Jazz de Málaga, que comienza hoy con una lección del eminente Charles Tolliver, presentará la nueva aventura de Aurignac, Plutón, a punto de ser publicada en disco.

Muchos aún recuerdan el atrevido Annunakis, un disco singular y de madurez de Aurignac. Ahora su viaje espacial le lleva a Plutón. ¿Space is the place, como decía el gran Sun Ra, suena el cosmos a jazz? «La respuesta de todo está en Así habló Zarathustra. El microcosmos y el macrocosmos giran en torno a los sonidos esquizofrénicos de Thelonious Monk de la misma manera que no se expande el pan en el horno si los neutrones y protones no adhieren citoplasma cuántico sobre la superficie metálica. Como dijo Pansequito en una entrevista para la televisión americana: El cante es el cante, y nada más», nos dice el saxofonista, compositor e ideólogo de todo esto. En realidad, Plutón no es un homenaje a ese planeta degradado de categoría y desterrado hace una década del Sistema Solar. «Es el nombre de un personaje de una novela negra que escribí titulada Las aventuras de Melonious Tonk. Ahora le he puesto música y no tiene nada que ver con Neil deGrasse Tyson», aclara. Aunque, no crean, el malagueño tiene mucho que decir sobre el caso Plutón: «Lo que menos me gusta del estudio de la comunidad científica sobre Plutón es pensar que ocultan la existencia de monstruos celíacos, no basados en el carbono y que tienen el sistema nervioso y respiratorio constituidos por una fórmula parecida al glutamato-monosódico». Ya se habrán dado cuenta de que este hombre es todo un personaje.

Una de las últimas veces que Ernesto Aurignac apareció en estas páginas nos aseguró: «Lo que haces hoy se queda antiguo mañana. La sensación que te produce algo novedoso y mágico no es la misma días después de haber sucedido. Siempre estoy creando, escribiendo, tocando, estudiando, imaginando, y no puedo dejar mi mente en blanco». Pues sigue en lo mismo: «Lo que me gustaría es seguir aprendiendo a través de los sonidos, encontrar y sentir la idiosincrasia del relativismo más oscuro que habita entre la armonía antigua y los acordes post-modernistas, si es que existen. Vivir escribiendo música es una experiencia traumática, redentora y enriquecedora».

Un camino de aprendizaje en el que grandes orquestas jazzísticas y tríos se entrecruzan sin problema, quizás porque las apariencias suelen engañar: «La verdad es que el trío suena más orquestal que la orquesta y la orquesta más íntima que el trío. Me gusta escribir y tocar para todo tipo de formaciones y personalidades».

El concierto de mañana y su hermano en formato discográfico serán un jalón en la reciente historia del auge jazzístico malagueño, en el que Aurignac es uno de los protagonistas más destacados. «Desde que nació la Asociación de Jazz de Málaga y poco tiempo después el CAMM (Centro de Artes y Música Moderna Maestro Puyana de Málaga), el jazz no ha parado de crecer en nuestra ciudad. Tenemos la mejor escuela para aprender el lenguaje del jazz y el mejor club de jazz del mundo, a la altura del Blue Note de Tokyo, el Clarence Jazz Club situado ahora en Torremolinos». Incluso el sótano de la nueva casa del malagueño iba a ser una especie de local de jazz privadísimo pero... «Ahora en el sótano vive mi amigo Perabá [Antonio, pianista]. Come poco pero es exigente. Practica piano a todas horas y odia a James Rhodes, no lo entiendo. A veces hacemos conciertos privados pero él suele ausentarse, no le gusta relacionarse con otros seres más humanos». ¿Ya dijimos que Aurignac es todo un personaje? Vayan a escuchar a este hombre y sus compinches mañana en el Teatro Cervantes. Experiencia asegurada.