Que a un hombre como Antonio Banderas le quedara algún sueño por cumplir parecía difícil. Pero en su impresionante lista de deseos hechos realidades faltaba el más importante, más aún que un Oscar (y tiene cerca y probable la nominación por Dolor y gloria), el más íntimo de todos: abrir su propio teatro en su propia ciudad. Pues lo tiene ya al alcance de la mano: este viernes abrirá, por fin, el Teatro del Soho CaixaBank, la gran obra del malagueño, la aventura más importante de una vida que no ha estado precisamente carente de ellas. Y lo hará con A Chorus Line, un musical de musicales que muestra el sudor y las lágrimas cotidianas de un intérprete aspirante a la gloria.

Como lo era el propio Antonio Banderas en su Málaga de los años 70, cuando iba «vestido de romano, con el casco y el plumero, en un Vespino hasta el Teatro Romano de Málaga para interpretar a Marco Antonio en el Julio César de Shakespeare»: «Contado así suena muy gracioso ahora, pero entonces no lo era tanto». Porque Banderas confiesa que entonces, con el casco y el plumero, se sentía «constantemente desamparado», en una ruta hacia no sabía dónde, sin GPS. Y de ahí, de esa sensación, surge precisamente el Teatro del Soho CaixaBank: «No quiero que la tenga el talento joven que hay y que se educa en Málaga».

Camino

No ha sido un camino fácil el del Teatro del Soho. Como dijo una vez Banderas: «La gente se cree que soy el Pato Donald y que vivo en Disneylandia». Primero lo intentó en el Puerto, pero se le agotó la paciencia (normal); después, se alió con el arquitecto José Seguí para un proyecto en el antiguo Cine Astoria, y vino una de las escasísimas controversias entre el malagueño y su ciudad: se retiró del concurso muy dolido por el «trato humillante» que le había dispensado la oposición municipal (IU Málaga Para La Gente tildó de «pseudoconcurso» el proceso de adjudicación) y aseguró que jamás trabajaría «con dinero público, que viene muy envenenado». El sueño más íntimo de todos parecía alejarse una vez más.

Pero Banderas no cejó en su empeño: ojeó el parque escénico de la capital y terminó poniendo su mirada en el Teatro Alameda; un par de meses después, se cerró el acuerdo con la familia Sánchez-Ramade, propietaria de un teatro que hoy, dos años después, ya es historia de nuestra ciudad. Y el actor y ya empresario lo anunció en sus redes sociales: «He de anunciar con satisfacción que arranca mi proyecto teatral en Málaga». El hashtag, definitorio: «Soñando el teatro».

Números

Eso fue en 2017. Ahora, en noviembre de 2019, el Teatro del Soho CaixaBank ya es una realidad. Bueno, todo lo real que puede ser un sueño de sueños como siempre es un escenario. Pero los números, que siempre nos devuelven al suelo, mandan y cantan, mucho, como en un musical: en sólo 24 horas se vendieron más de 25.000 de las 40.000 entradas previstas para la totalidad de las funciones; la altísima demanda obligó a los responsables del espacio a programar más shows. Antonio Banderas manifestó públicamente el agradecimiento hacia su ciudad: sabe que con la apertura de un teatro privado al 100 por 100 (tiene patrocinadores, sí, pero el soporte financiero fundamental lo aporta el propio actor y empresario, que no cobrará por sus interpretaciones y que revertirá los hipotéticos beneficios en levantar montajes más ambiciosos) se lanza un guante a la ciudadanía. Y Málaga, su tierra, lo ha recogido.

En A Chorus Line, Antonio cantará, bailará, actuará... Como aquel chaval en Vespino vestido de romano, con casco y plumero. Es como si el Antonio maduro, que supo comprar su libertad en Hollywood, capaz de alternar trabajos populares y mediáticos con otros de prestigio y con promesas de grandes premios, pudiera dialogar con el Antonio joven, el artista incipiente y hambriento, y le dijera: «No te preocupes. Verás la miseria pero todo irá bien».