Con solo 27 días, Cristina Padilla ya estaba sobre un escenario. Muchos creían que Michael, el despierto bebé que aparecía en la función de Peter Pan que se escenificaba en Terra Mítica, era un muñeco. Pero no. La pequeña, hija de la actriz Cristina Fargas, descubrió entonces qué eran los aplausos y, desde entonces, no ha dejado de escucharlos. Ya los oía en la tripa de su madre, narradora en esta obra hasta solo una semana antes del parto. Con el mismo espectáculo y a los seis meses, la pequeña actuó en el Garrick Theatre de Londres y fue, a los cinco años, cuando empezó a hacer de Crislightly en la misma función. La carrera profesional de Cristina Padilla empezaba a tomar forma. Y había que prepararse. Clases de voz, danza, interpretación o gimnasia en la Escuela Internacional de Teatro Musical Theatre Properties y en la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga. Tras mucho trabajo, papeles menores en teatro, cine y televisión, anuncios y algún que otro casting, la niña se convirtió con diez años en la actriz protagonista del musical Annie, de gira por nuestro país.

¿Recuerdan? Annie, la pequeña huérfana que vive en el orfanato dirigido por la malvada Miss Hannighan y que sueña con que algún día sus padres vayan a recogerla. Una tarde, Grace Farrel, la secretaria personal de Oliver Warbucks visita el orfanato con la idea de elegir a una huérfana que pasará las vacaciones de Navidad en la casa del millonario y Annie es la seleccionada. Pese a la actitud brusca y gruñona del Sr. Warbucks, Annie consigue llegar a su corazón y al de todos los que habitan en esa majestuosa mansión. Después de mil aventuras, Annie será adoptada por el Sr Warbucks y su futura mujer, Grace Farrel, dando un giro inesperado a la vida de ambos.

«Estoy supercontenta de hacer este papel», apunta Cristina tras salir del colegio en el que estudia en Málaga. Porque, como cualquier niña de su edad, la actriz va al colegio. «Los profesores me cuidan y entienden que a veces falte a clase porque tengo que viajar al tener función», confiesa mientras su madre incide en que Cristina es niña, «muy niña» y lejos del escenario actua y se comporta como cualquier pequeña de 12 años. Pero, incide, al entrar al teatro en el que debe actuar se transforma. «Es muy profesional y perfeccionista y toda la timidez que muestra en su día a día desaparece», apunta Cristina Fargas.

Tras reconocer que «no todo el mundo tiene una oportunidad como esta», de Annie, su personaje, dice Cristina que es «muy como yo, aunque ella es pelirroja y tiene pecas. Es muy positiva, si ve que algo no lo puede hacer lo intenta hasta que le sale; no para. Es muy cariñosa y protectora, los demás siempre van antes que ella», enumera. La malagueña asegura que este personaje le ha enseñado algunas cosas como que «no hace falta tener mucho y que las mejores personas necesitan menos. Puedes ser pobre y estar en el orfanato y aun así, conseguir lo que has soñado si te esfuerzas. Puedes hacer lo que te propongas, en eso me ha ayudado», reflexiona la hija del director y productor Tomás Padilla que, desde los diez años, está de gira por España con esta producción de Theatre Properties.

«Me encanta que mi energía le llegue al público», sostiene con espontaneidad tras reconocer que, más que «una actividad», actuar lo considera algo «normal». «Como he actuado desde tan pequeñita y toda mi familia se dedica a esto, para mí todo esto es lo habitual porque este es mi mundo y siempre he vivido en él», sorprende la niña, protagonista de este musical familiar de gran formato que transporta al espectador al New York de los años 30. «Me gustan los aplausos porque estos son el resultado del trabajo de mucha gente que no se ve, gente que trabaja para que yo luzca con mi trabajo. La función es un trabajo de grupo y con los aplausos se reconoce todo ese trabajo», sorprende. «Sé que la niña está disfrutando y vive este trabajo como algo natural porque lo lleva en las venas y ha vivido entre bastidores. El papel le encaja a la perfección porque cuando se viste de Annie, es Annie», se enorgullece la madre de la niña.